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Ninguno de los muchachos le había mencionado al otro que estaba al tanto de lo que ocurriría en tan solo unos días. No porque no tuvieran confianza entre ellos sino que se avergonzaban; siempre hacían cosas subidas de tono sin saber que tenían doble sentido pero era eso, simple inocencia.

Había pasado una semana después de lo dicho por sus padres y tal como les habían dicho, las cosas empezaban a sentirse diferentes, Jisung había estado observando silenciosamente los cambios de Minho, sus facciones se habían endurecido, su mirada era mucho más intensa y la voz de alfa había adquirido mucha más potencia; y como todos los días se duchaban juntos, pudo notar otras cosillas más grandes.

Trataba de no pensar demasiado en eso, pero necesitaba urgentemente que alguien le explicara todo en relación al celo que no fueran sus padres, porque era, bueno, era muy vergonzoso que ellos les dieran consejos acerca de cómo hacerlo cuando es entre ellos que practican; y Jisung era muy imaginativo, es decir, cada cosa que le decían es cada cosa que iba a proyectar en su linda cabecita.

Paso, pensó él.

El par de híbridos se encontraba aún dormidos en la cama matrimonial, en el último piso de la mansión alfa, la cual contaba con otros seis. El alfa estaba recostado sobre el omega de forma protectora, tenía los brazos enrollados alrededor de su omega, sus piernas estaban entrelazadas, sus cuerpos desnudos y sus colas jugando entre sí, pues sus partes lobunas llevaban despiertas hace bastante rato.

Se escucharon pasos cerca de la puerta, Minho levantó la oreja izquierda inmediatamente aún con los ojos cerrados.

— Despiértense, ya es hora chicos —anunció Jeongin detrás de la puerta. Minho gruñó, le molestaba un montón que despertaran a Jisung, bien podían hablarle telepáticamente—. Vuelves a gruñirme y te jalaré la oreja, Minho. Arriba —golpeó fuerte para enojar al castaño.

Sin embargo, no tuvo más remedio que levantarse, estrujó sus ojos y miró a su omega, dormido plácidamente. Sonrió al verlo y recordar la noche de ayer. Habían estado explorándose el cuerpo del contrario, lamiendo y mordisqueando por aquí y por allá, ambos lo disfrutaban porque eran mimos que hacían con bastante frecuencia, pero la noche pasada hubo algo diferente. Minho supuso que era debido al próximo celo.

Estornudó.

Un olor dulce apareció en el ambiente. Ese olor de nuevo, pensó.

Movió sus piernas y sintió un líquido escurrirse por sus muslos, los escalofríos lo invadieron y apartó las piernas de Jisung de par en par para así presenciar su pequeña entrada, la que ayer había lamido, llena hasta el tope de una sustancia blanca. La curiosidad de Minho pudo con él y con uno de sus dedos, barrió el principio del líquido, jugó con él entre sus dedos, lo olfateó y por último lo lamió; las orejas se le levantaron cual antenas, su lobo lanzó un gemido que hizo a Jisung removerse para finalmente despertar.

— ¿Minho? Buenos días —dijo bostezando. Espabiló bien y abrió los ojos como platos cuando vio los dedos de Minho— ¿Q-Q-Qué haces con eso?

— Salió de-...

— Ya sé de dónde salió. Pero ¿qué haces con eso? —musitó casi inaudible y muy sonrojado.

— Solo quería saber qué era, me asusté cuando lo sentí correr por mis muslos —no entendía el porqué de la pena en Jisung, él estaba encantado de su olor, su textura y su sabor.

— ¡¿Ah?! —el omega se levantó de la cama con brusquedad apartando las sábanas de golpe para fijar su mirada en todo el desastre que había provocado: las piernas de Minho, las sábanas de cama, las sábanas que usaron para arroparse y qué decir de sus muslos, todo, absolutamente todo estaba lleno de ese flujo pegajoso que él mismo producía.

cachorros ꗃ minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora