— ¡Eso ha sido increíble!— dijo Brent, completamente sorprendido — ¿Cómo lo has hecho?— La verdad no estoy muy seguro — reconocí, pues en realidad no tenía idea —. ¡Es impresionante!, se ha curado por completo — murmuré, mientras examinaba con asombro la piel de Brent que antes se encontraba sangrante. Su tacto era bastante firme, sin duda alguna porque era musculoso, pero a la vez era suave y no había rastro de la herida. Ni un rasguño.
Luego me di cuenta que tal vez no era apropiado seguirlo tocando por más asombroso que fuera haberlo curado, así que quité rapidamente la mano y me alejé un poco de él, sonrojado. A él no pareció importarle, pues seguía sorprendido por lo que acababa de pasar. De pronto me miró y con total sinceridad en sus ojos, dijo: —Gracias.
— No, no fue nada — sonreí tímidamente. No estaba acostumbrado a que la gente me mirara con tanta admiración. Admiración hacia mí, no hacia mi título de príncipe. Además había algo en su sonrisa y en esos ojos verde miel que me hacía sentir un poco nervioso. Decidí desviar su atención de mí lo más rápido posible, así que quise explicarle el plan que había ideado en el camino mientras lo buscaba.
— Escucha, creo que tengo un plan para que puedas regresar a casa y... — empecé, pero de pronto me interrumpió.
—Silencio — dijo en tono serio —. ¿Escuchaste eso? — preguntó, mientras miraba alrededor con cautela—. Creo que hay alguien entre los arbustos.
Un escalofrío me recorrió el cuerpo. ¿Nos habían encontrado ya? . Miré rápidamente hacia nuestro alrededor, pero yo no percibí nada.
—Dame tu espada — ordenó. Inmediatamente la desenvainé y se la entregué.
Brent había dejado el arco y su propia espada en la orilla del río, por lo que solo tenía el carcaj colgando al hombro, pero sin ninguna arma para defenderse. No me importó mucho entregarle mi espada, pues así como con el arco, tampoco era muy diestro con ella. En realidad yo no era más que un inútil por el que ta vez Brent podría perder la vida y a su familia, y la verdad, no sería justo.
Los dos permanecimos alertas a cualquier indicio de movimiento, pero no vimos más que el viento agitando ligeramente las hojas de los árboles.
De pronto lo ví. Un par de ojos color miel ocultos entre los arbustos me miraron fijamente. Luego sin más, la darse cuenta que había sido descubierto se alejó, tan deprisa y silenciosamente como había llegado.
—¿Lo viste? —murmuró Brent en dirección a donde segundos antes había alguien.
—Sí. Pero, ¿quién podría ser? No hay poblados cercanos, y si fuera un soldado o un caballero del reino, nos habría atacado.
—No lo sé, pero será mejor que nos marchemos deprisa.
—Sí, acerca de eso, yo...
— Tomaremos el camino que lleva hacia la aldea Brinia. Ahí compraremos algo de ropa para que te cambies y no llames la atención con esas túnicas y capas que traes. También necesitaremos alimentos.
Brent lo dijo con tanta autoridad que ni siquiera se me ocurrió contradecirlo. No sabia exactamente qué era lo que tenía planeado, pero sea como fuere, no parecía querer discutirlo conmigo.
Como si hubiera despertado de un sueño, el chico volvió a su semblante serio y amenazador, como el de cualquier otro caballero real. Salimos del riachuelo, y él recogió el arco y su espada, y me devolvió mis armas. Se colocó nuevamente la armadura y nos dirigimos hacia donde habíamos pasado la noche anterior. Recogimos todo lo que habíamos dejado e intentamos borrar cualquier rastro que nos delatara.
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El príncipe y el caballero
RomanceOliver es un príncipe de un reino asombroso. Brent es un caballero real que sirve a la familia de Oliver. Aunque parezca que no tienen nada en común, pronto sus vidas se verán entrelazadas por tragedias que darán paso a grandes aventuras, y entre el...