El cuerpo le pesaba, casi tanto como los párpados y las extremidades. Únicamente, sintiendo la brisa acariciar su rostro como el césped, y algunos cabellos que se le atravesaban en la cara.
Y también podía sentir la luz del sol contra su cara, haciéndolo fruncir el entrecejo con dificultad. Resulta que también le dolía hacer expresiones faciales, pensó.
Irónico.
Incluso respirar le costaba, pese a que era escencial. Porque sí, él, Tomioka Giyu, tal vez tenía deseos de morir, pero no así y menos en un lugar desconocido; apretó los ojos con fuerza, para así de una vez, poder abrirlos.
Su visión era borrosa, y el sol le lastimaba, chasqueó la lengua, apartando la mirada del frente, y con esfuerzo, levantando uno de sus brazos para así, poder cubrirse de los rayos UV. Parpadeó, tratando de enfocar y acostumbrar su vista.
Cuando lo consiguió, suspiró del cansancio y alivio, momentáneo. Momentáneo, pues al notar que habían estructuras que en su lugar de origen, no habían, lo desconcertaron y en cierta forma, intimidaron.
¿Dónde estaba él? Porque en Hashira, no estaba... ¿O es que él estaba...? No, imposible.
Era simplemente absurdo e inconcebible, ¿Cierto?
Él no podía estar en otro tiempo, ¿Verdad? Él simplemente no podía estar en otro tiempo... ¿O en otro universo?
No lo sabía, y eso le angustiaba. ¿Qué había sucedido para que él fuese a parar aquí?
En verdad se sentía confundido y la cabeza le dolía de tan sólo intentar recordar lo sucedido.
Con trabajo, se levantó del césped en el que yacía acostado, y miró nuevamente a su alrededor. Un lago había frente de dónde estaba acostado segundos antes y, para su suerte, habían escaleras de concreto para subir a lo que parecía, la calle principal; con pasos pesados, comenzó a subir las escaleras, agotado.
Al estar finalmente, en lo que era parecido a las calles de su época, miró a sus alrededores. Todo le resultaba extraño, porque sentía que seguía en Japón, pero al mismo tiempo, no era el Japón que él conocía.
Se sentía la paz y la dicha en el ambiente, sin embargo, él no podía disfrutarla plenamente. Su lugar no era aquí, era allá. Su deber como cazador de demonios y pilar, lo tenía atado a velar siempre por el bienestar de las personas, incluyendo sus compañeros, y de instaurar una momentánea paz.
A parte de que, ser un cazador de demonios implicaba siempre estar al borde de la delgada línea de la vida y la muerte. Además, tenía una promesa con Sabito.
Si es que la orden de no morir, contaba como promesa.
— ¡Mamá mira a ese señor extraño!
— ¡Shh, no lo señales ni lo grites, te va a oír!
Él perfectamente los escuchó a ambos, pero optó por hacer oídos sordos y siguió contemplando a su alrededor.
La zona se parecía mucho de dónde él venía, dónde los caminos de tierra eran comunes, y poco a poco, se iba modernizando. Alzó la mirada al cielo, llegando así a su conclusión final: Dónde se encontraba, era la época moderna.
Aunque le parecía ilógico, porque él entonces ya estaría muerto para este entonces. Pero, aquello era lo único viable en lo que podía pensar.
O fue lo que pasó por su mente hasta que pasó lo impensable:
— ¿Eh? ¿Tomioka-sensei?
Debía ser una mala broma, de muy mal gusto. Rezaba por Buda o Dios, o a cualquier deidad existente, que aquello meramente fuera una mala jugada de su mente y que realmente, no era la voz de ella. De su compañera, y quién gustaba demasiado de fastidiarle cada que podía.
Pero no, ni Dios o Buda lo querían, pues ella apareció en su campo de visión... Vestida con ropas que no sabía de qué eran o serían... ¿Colegiada, tal vez?
¿Qué?
El desconcierto se reflejó en su siempre impasible rostro, haciéndola sonreír divertida —. ¿Qué sucedió, Tomioka-sensei? ¿Acaso le sorprende verme el día de hoy?
Ay Dios, Buda, sí era Shinobu Kochou. Para su suerte o desgracia, o ambas.
Se quedó estático mientras Kochou caminaba a su alrededor, grácil cuál mariposa. Ella ladeó la cabeza, notoriamente curiosa.
— ¿Tomioka-sensei, está bien? Parece como si usted hubiera visto un fantasma — comentó divertida, mirándolo de cuerpo completo, haciéndola izar una ceja —. ¿De dónde sacó sus ropas, Tomioka-sensei? Pareciera que lleva puesto un mantel.
Salió de su trance ante sus últimas palabras, mirándola con frialdad y enojo retenido. ¿Un mantel? ¿Su haori era un mantel?
Está vez, sí que se había pasado. Ni la Shinobu Kochou que conocía diría tan despectivo comentario hacía su haori; Kochou borró su sonrisa ante su mirada, intimidada y sorprendida por su reacción.
Al parecer se había sobrepasado con su comentario. Pues Giyu comenzó a caminar en dirección opuesta, alejándose de ella; debía disculparse, por lo que le dio alcance, deteniéndolo del brazo.
Nuevamente recibió esa fría mirada, pero está vez, no se dejó intimidar ni lo soltó.
— Perdóneme Tomioka-sensei... No fue mi intención haberme burlado u ofendido su haori — fue sincera, y sin chiste ni miradas malintencionadas —, solamente, me sorprendió verlo con estás vestimentas que... No son muy su estilo que digamos...
— Kochou... — ¿Podía confiar en ella? ¿En qué podría ayudarle a regresar a su dimensión? No lo sabía pero, se arriesgaría está vez —. No soy el Tomioka que conoces.
Shinobu parpadeó, desconcertada, para luego reír y sonreír —. Tomioka-sensei, ¿Desde cuándo usted de volvió tan buen bromista?
Giyu únicamente la observó en silencio, hasta que las risas de Kochou cesaron de golpe, y le devolvió la mirada, entre sorprendida y asustada, separándose de él. A una distancia considerable.
Porque... El Tomioka Giyu que ella conocía, jamás bromeaba, y mucho menos con ella, o con nadie.
— ... ¿En verdad no eres... Tomioka-sensei?
Él negó con un movimiento de cabeza, haciendo que la chica apoyara la frente en su mano, mirando al suelo por unos minutos, asimilando las cosas.
— ... No puede ser posible... En serio, no puede serlo — lo miró, alarmada —, porque de ser así...
— Necesito de tu ayuda, Kochou — le pidió, serio, acercándose a ella, mientras que ella retrocedía —. Es importante que yo esté allá.
— E-Es que yo no lo entiendo — parpadeó, conflictuada —. ¿Cómo es posible que hayas venido aquí si tú...?
— Lo sé, nada de esto tiene sentido pero, si me ayudas, me iré lo más pronto posible de aquí.
Nunca se había visto en necesidad de pedir ayuda o rogar por ella, y mucho menos a Shinobu Kochou. Pero se hallaba desesperado porque ese no era su lugar y también, tenía un deber que cumplir.
Shinobu lo miró impresionada, ¿Tan desesperado estaba por irse o tenía algo lo suficientemente importante como para casi implorar por su ayuda?
Si se lo pedía así... Ella no podía negarse.
Se dio la media vuelta, con tal de ocultar su profundo rubor. No sin antes, atar su suéter a su cabeza, escondiendo parte de su rostro, confundiéndolo.
— Sígueme, te ayudaré en todo lo que pueda a volver a tu hogar.
Giyu se sintió aliviado, al mismo tiempo que agradecido. Confiaría en ella en lo que su estadía durase.
Solamente esperaba que todo saliese bien, y que, nada malo pasase allá en su dimensión.
Solamente Dios o Buda sabrán.
-Traumada Taisho
Agradecida con la imagen de la portada.
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'Cause The World Is [Giyu/Shinobu] {HIATUS}
Fanfiction[¿Long-fic? ¿Short-fic?/AU] Un extraño hecho ocurrió en el mundo de los cazadores de demonios: Tomioka Giyu desapareció. Y nadie sabía el porqué de esto. Por otra parte, Giyu despierta, desorientado por el panorama que lo rodea y... ¿Es esa Shinobu...