Caminaba por el costado del auditorio apenas sintiendo mis pies tocar el suelo pero no parecía, yo sentía que flotaba y sentía el viento a mi alrededor sintiéndome en el cielo.
No sé cómo describir lo que pasó antes; esa chica ¡Kara! es una chica única no quería hacerlo evidente, siempre oculto todo. Si Sam se da cuenta de ésto no va a parar de hacerme preguntas.
Pero es que esto es realmente nuevo para mi, su mirada como el azul del cielo, tan transparente, tan pura. Esa sonrisa medio boba, pero tan linda, tan brillante como el sol, sus labios rosados alrededor parecían tan suaves.
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Observé su cabello largo tan ligero como el aire, su cuerpo perfectamente torneado, era hermosa!
Oh no, no debo pensar en ella, Dios Lena que te pasa, debo estar loca, ¡Sí enloquecí!.
Me tocaba la cabeza viendo si no aparecía algún tumor o algo en mi frente de tanto pensar cosas tontas. Tocaba mis manos nerviosas pensando en esa chica, en como sentí una ráfaga intensa dentro de mí cuando la ví frente a mí.
Me sentía feliz al pensar en ella, jamás había tenido está sensación de alivio y paz con alguien con tan solo una mirada.
Cuando nos dimos la mano, todo en mi mente era magia y el sentir su cálido toque, recordar su piel tan suave, me reconforta en cada rincón de mi corazón.
Pero qué demonios estoy pensando, son tonterías. Se lo dije a Sam debo enfocarme en lo que debo hacer. Así que hice respiraciones para tranquilizarme y enfocarme, borre mi tonta sonrisa antes de entrar por la puerta trasera del auditorio.
-¡Ahí estás! Dios te he buscado por todos lados- en el instante dí un pequeño sobresalto reaccionando a la voz de Sam mientras trate de tranquilizarme. -Lo siento cariño no quise asustarte, ¿Está todo bien?-
Se puso frente a mí y me vió toda de arriba a abajo.
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Yo trate de parecer lo más normal para que no viera nada extraño en mi. Pero por la prisa del inicio supongo que no noto nada.
