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LOS OJOS ANSIOSOS DE RACHEL MIRABAN CON ESCRUTINIO A LYDIA Y A DICK—quienes seguían en la misma posición—a la espera de una reacción positiva del castaño. Pasaron alrededor de tres minutos, Rachel vio cómo las venas de Dick comenzaban a desaparecer y sus ojos volvían a ser normales. Fue solo cuestión de segundos en que ambos regresaron a la realidad separándose del beso.
—Te extrañamos, D.
—Lydia. Rachel —Dick sonrió aliviado.
—Ahora si estás en casa —Lydia pasó su brazo por detrás del cuerpo de Dick, dejando un suave beso en su mejilla.
Hubo un ruido que llamó la atención de los tres, pero solo era Gar. —¿Qué pasó?
—Ay, Gar... —la sirena suspiró con una enorme sonrisa, de pronto notando algo nuevo en la apariencia de Rachel—. Uh, bonita joya —le dio un cumplido con el ceño fruncido.
—Gracias, es mi corazón —Lydia asintió, confusa y sorprendida. La adolescente entonces se giró a su amigo—. Dick puede contarte. Necesito un minuto a solas con mi padre.
—Que sean dos —agregó Lydia, sus ojos tintineando entre el dorado y el violeta, furiosa—. Tendremos una verdadera reunión familiar ahora.
Las chicas entrelazaron sus manos apartando a Jason y Kory del camino al bajar del pórtico, ignorando el cadáver de Ángela en el suelo.
—¡Padre!
—¡Tío! —exclamaron. Sin saber por qué, Lydia tuvo la sensación de llamarlo hermano por un segundo.
—Hija. Sobrina. Vengan conmigo —Petrova esbozó una mueca al ver la figura verdadera de su tío.
—Lo haríamos, pero la verdad —se detuvieron frente a él—, nuestra agenda está ocupada —la mayor entrecerró los ojos con burla.
—Quería agradecerte.
—¿Por qué?
—Por mostrarme a mi verdadera familia —Rachel presionó con rapidez y fuerza la mano de su prima.
—No es momento de ponernos sentimentales —espeta.
Las dos rieron. —Quédate tranquilo. Nosotras podemos cuidarnos por nuestra propia cuenta. Siempre lo hemos hecho y ahora que estamos juntas —habla la pelinegra sin dejar de mirar al frente—... Bueno, ya sabes lo que dicen...
—Lo llevamos en la sangre —de sus manos entrelazadas surgió un halo de luz ultravioleta junto a cantidades de plasma, los ojos de Lydia se encendieron a un violeta, al igual que la piedra rojiza en la frente de Rachel —que antes solía ser el corazón de esta—, la cual brillaba con intensidad.
