Prólogo

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Era una bella mañana en la vida de nuestro querido protagonista, Park ChanYeol, quien, como todos los días, se había levantado temprano para alistarse y estar preparado para salir a otro aburrido día de trabajo.

Realmente, el trabajo de ChanYeol no era tan malo. Quiere decir, ser un veterinario muchas veces podía hacerlo pasar por situaciones desagradables y grotescas (después de todo, era como ser un médico, que hace operaciones, abre cuerpos, ve anomalías y genera investigaciones, pero en animales), sin embargo, el tener la diaria convivencia con animales mayormente domésticos, como lo era dentro del centro de adopción al que asistía como veterinario particular traía también sus buenos momentos.

Y eso le subía el ánimo muchas veces, ya que él amaba los animales, por algo también buscaba su bienestar y se había metido en ese ámbito.

Sin embargo, la cotidianidad de su día a día en el trabajo, la forma en la que siempre se manejaba dentro de su hogar, con sus horarios y toda la monotonía que ello implicaba, quizá lo habían reducido a tener este cansancio por el que ya se fastidiaba cada mañana.

Y luego de haberse duchado, arreglar su simple habitación con pocas propiedades—ante su reciente independencia—, tomar el desayuno y lavarse la boca para estar casi listo ante su partida a su trabajo, decidió poco antes recoger el periódico y su posible correo que seguro la señora del mantenimiento del edificio debió dejarle fuera de su hogar.

En el nuevo tapete que había comprado de Rilakkuma que leía 'Bienvenidos'.

Y ahí lo tenían ahora, mientras se agachaba en su entrada, con su puerta entreabierta detrás de él al recoger su correspondencia y leer superficialmente lo que había entre sus manos antes de regresar a su hogar.

Sus lentes se recorrieron un poco sobre el puente de su nariz, y él los regresó a su lugar con un solo empuje mientras leía la que aparentemente era otra carta de su madre desde el país al que ahora estaba visitando con su padre.

(La suerte de ser un matrimonio jubilado y rico que se daba el lujo de mandar postales cada dos por tres sin importar el costo de dicho traslado).

Fue ahí, sin embargo, donde, como en tantos otros días, su monotonía se apagó de su vida usual y algo espontáneo se le presentó.

En la puerta de su vecino, al frente.

"¡Ya te dije que no! ¡Lárgate, lárgate! No quiero verte más," los gritos lo distrajeron de su lectura, y al alzar su mirada vio la puerta cerrada de donde se escuchaba dicha voz masculina amortiguada.

Pero luego vino el estruendo de algo que se rompió, como un jarrón o algún tipo de cerámica que murió en mil pedazos contra una pared cercana.

Él se estremeció y casi se agachó sobre sus hombros, como si pudiera llegar a pegarle algo de lo que fuera roto.

Un susurro más grave se escuchó de por medio, pero nada entendible surgió de eso, y la misma voz más fuerte de antes le respondió:

"¡No me importa, he dicho que te vayas!" seguido de ello, la puerta al frente se abrió, y para su sorpresa, un hombre alto—más alto que él—, fornido y bastante desnudo fue sacado del apartamento vecino, lo que apenas le dejó dar reacción como para no apartar los ojos de la escena.

Porque ello estaba muy interesante.

Ropa fue lanzada en la cara del hombre fuera, incluidos unos bóxeres, que dejaron al individuo buscando atrapar cada cosa con poco éxito cuando todo le fue arrojado al mismo tiempo.

Y apenas se cubrió con una mínima bola de dichas prendas la entrepierna, aunque aún le dejaba ver su buen y redondo trasero desde donde estaba. El susodicho no lo sabía, claro, mientras estaba desesperado e intentaba hablarle a la dulce voz dentro de la casa.

The Long List of Ex-Lovers [ChanBaek/BaekYeol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora