uno.
▬▬▬▬▬▬▬▬▬—Malena, anda al almacén y tráeme una leche.
Tiré mi cabeza para atrás y suspiré.
Recién me había levantado y ya me estaba pidiendo que le hiciera mandandos mi vieja.
Ni levantarme en paz me dejan.Me puse un buzo arriba de mi pijama, que era una musculosa chiquita y un short de tela, y me até el pelo en un moño, porque tenía unos nudos que si me ponía a peinar mi madre me cagaría a mangos.
Bajé a la sala y le pedí la plata a mamá, para después salir de casa cruzando la calle rapidito.
—¡Male!
Giré la cabeza y me encontré con Nacho, un amigo del barrio.
—¡Nachito! —le dije sonriendo, acercándome a él—. ¿Qué onda?
Me saludó con un beso en el cachete y empezó a caminar conmigo hacia el almacén. Al entrar, saludamos a la señora Carla, la dueña del almacén.
—¿Qué te pidió tu mamá, Male? —me preguntó la señora Carla, después de que hablamos un rato sobre el colegio.
—¡Ay, casi lo olvido! Una leche, Carla.
La almacenera asintió y se fue a agarrarme una leche. Después de que se fue, Nachito se apoyó en el mostrador del almacén y me miró.
—¿Qué me mirás así? —le pregunté.
Sonrió y apoyó una mano en su cara, mirándome atentamente.
—Es que sos muy linda, morochita.
Fruncí mi ceño y le pegué en el brazo, riéndome. ¿Desde cuando se ponía a decirme esas estupideces éste?
—Callate gil.
Se rió conmigo y apoyó la espalda al mostrador, aún mirándome raro. Algo le pasaba y me estaba poniendo nerviosa ya.
—¿Qué te pasa, enfermo? —le pregunté, empujándolo.
De repente, su cara se cambió y se quedó serio. Se paró derecho.
—Cristian me contó lo que pasó en el boliche.
Levanté una ceja y me crucé de brazos, ya me estaba enojando de solo acordarme.
—No pasó nada en el boliche.
Justo en ese momento llegó la señora Carla con mi leche. Le pagué y salí del almacén, con Nacho atrás mio.
El muy denso seguro quería hablar del tema pero yo no. Estaba enojada. Todos en el barrio se habían enterado que me había cruzado con Mateo en el boliche, y más de uno querían saber qué había pasado exactamente.
Por alguna razon el estúpido seguía siendo tema de charla acá, mientras él vivía una vida de cheto y se olvidaba nuestro.No iba a permitir que eso pasara, por eso me convencí de olvidarme del tema. Pero los tarados como Nacho no me iban a dejar, al parecer.
—¿Qué querés, Nacho? —le pregunté cansada, dándome la vuelta.
—Contáme qué pasó, Male —me dijo sonriendo, poniéndose adelante mío—. Solo quiero saber. También es mi amigo.
Me enojé y lo empujé de mi camino, para empezar a caminar hacia mi casa.
—¡Que te quede claro que Mateo no es más nuestro amigo! —le dije sin detenerme. Pero me dí la vuelta para seguir hablándole, porque tenía que sacar todo de adentro—. Él se olvidó de nosotros en cuánto se hizo famoso, no te olvides de eso.
Nacho se me quedó viendo y despues asintió.
—Sí, tenés razón. No te enojes.
Suspiré y le pedí perdón por reaccionar así, pero es que todo ese tema me enojaba muchísimo.
Él había sido mi mejor amigo y mi amor de la infancia, habíamos crecido juntos y me prometió que cuando triunfara, estaríamos a su lado siempre. Pero eso no pasó.
Se fue a la internacional de la Redbull y se olvidó por completo de quiénes éramos.Y un día su padre, Pedro, vino a buscar sus cosas con un camión de mudanza, y fue la última vez que ví a un Palacios en este barrio.
—¿Después de comer hacemos algo? —le pregunté, sonriendo. No quería que mis únicos amigos se enojaran conmigo—. Cami me dijo que fuéramos a jugar al play a su casa.
Asintió y se despidió de mí. Yo por mi parte, fui hasta casa y dejé la leche que mamá me había pedido en la cocina, para subir a mi cuarto.
Después de comer, me cambié el pijama y me puse un shortcito de jean, porque estaba re caluroso afuera. Me puse una musculosa de básket, que me había regalado mi hermano antes de que se fuera a la facultad, y me peiné el pelo.
Esperé a que Cami me mandara un mensaje y me fui a su casa, que quedaba a una cuadra de la mía, para ir a jugar a la play. Cuando llegué, Nacho, Cristian y Cami, estaban jugando al fifa.
—Ni me esperaron, bo —me quejé tirándoles una almohada que había tirada en el piso.
En cuánto les tiré la almohada, los tres se tiraron arriba mío, preparados para jugar de mano, como siempre hacíamos. Sin embargo, la puerta del cuarto de Camilo se abrió y la mamá estaba en el marco, mirándonos de brazos cruzados, con una cara de enojo impresionante.
—Camilo no ordenaste tu pieza y me traes a los monos de tus amigos acá —le gritó, levantando la ropa tirada en el piso que tenía mi amigo. Nos miramos entre nosotros y nos reímos—. ¡Se van ya todos para afuera!
Una vez en la plaza, me tiré en un banco, chorreando del calor que tenía. Los pibes estaban igual o peor que yo, ya que habían estado jugando a la pelota y estaban todos transpirados. Andábamos contando moneditas para comprarnos una botella de agua.
—No aguanto más del caloooooor —dije, pasándome una mano por la frente.
—Podrías colaborar con unos pesos más, rata —me dijo Camilo—. Tenés la alcancía en tu casa que está por explotar. Alta judía sos.
Le tiré una piedrita que había en el piso y me volví a recostar en el banco que estaba a la sombra de un árbol enorme del parque del barrio.
Los gurises dejaron de contar monedas y giré mi cabeza, extrañada por su repentino silencio, cuando ví hacia donde miraban.
Un Audi negro se había estacionado enfrente a la plaza, en la casita roja de dos pisos donde vivían antes los Palacio.
Me incorporé de inmediato en el banco, rezando para que no hubiera aparecido quien yo creía.
Las puertas del auto de abrieron y se bajó un morocho, vestido todo chetito, con ropa de marca y un piluso blanco en la cabeza. Se giró hacia nosotros y levantó la mano.
Era Mateo.
Nacho levantó la mano, contestándole el saludo, y le pegué un zape en la cabeza, haciéndolo bajar su brazo.
—¿Sos tarado? —le pregunté, ignorando al pibe que nos miraba desde su auto de cheto.
Comenzó a acercarse a nosotros y yo crucé mis brazos, enojada a más no poder.
—¿Qué onda, todo bien?
Entrecerré mis ojos, y me levanté de golpe del banco, acercándome a él, con ganas de arrancarle la cabeza.
—Nada está bien, payaso. Volá de acá.
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𝘽𝘼𝙍𝙍𝙄𝙊; 𝘵𝘳𝘶𝘦𝘯𝘰
Fanfiction❝⎯¿Ahora que sos famosito te olvidaste de los del barrio?❞ Malena pierde a su mejor amigo por la fama y la música, y cuando regresa al barrio, decide hacerlo sentir igual de mal que como ella se sintió cuando perdieron contacto; sin embargo, unos se...