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nueve.

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En cuanto oí esas palabras salir de su boca, levanté mi cabeza para mirarlo a los ojos. Sus ojitos marrones me miraban con una expresión que no sabía descifrar, pero que me estaba derritiendo por dentro.

⎯ ¿Te parezco linda entonces? ⎯ le pregunté entre risas, pero lo preguntaba medio en serio.

Su mirada cambió y me miró con seriedad. Me hizo tragar en seco.

⎯ Sí, muy.

Abrí mis ojos ante la seriedad de sus palabras y me mordí el labio.

⎯ ¿Mateo... qué estás tratando de deci-

⎯ Malena ⎯ me interrumpió y se acercó más a mi, poniendo su mano en mi barbilla⎯ , quiero hablarte sobre lo que pasó en el baño.

Volví a tragar en seco. Mis manos estaban sudando ya, con tanta seriedad y misterio, quería irme a la sala y jugar a la play con los pibes.

Asentí igual, porque quería saber qué pensaba sobre lo que casi pasó en el baño.

⎯ No quiero que nada cambie entre nosotros... Pero necesito decirte que-

⎯ ¡Mateo, traeme un sanguchito, daleeee! ⎯ interrumpió ésta vez Camilo.

Mi amigo bufó y me hizo una seña con el dedo, como que iba a volver en un segundo y asentí, viendolo marcharse de la cocina con un sandwich en la mano para Camilo.

Me quedé ahí parada, contra la heladera, pensando en él.

Estaba sintiéndome rara con él. Ya no estaba enojada ni quería dejar de ser su amiga, mucho peor... Sentía que me estaba empezando a gustar devuelta.

Digo devuelta porque cuando era chica, Mateo era mi amor imposible, pero ese enamoramiento de nenitos chicos se me había ido ni bien empezamos la secundaria. Y pensé que había sido un enamoramiento de escuela, fugaz, pero ahora que estaba sintiéndome así denuevo, me estaba asustando.

Se suponía que él era mi mejor amigo. No podía enamorarme de él.
¿Y si no sentía lo mismo? Nuestra amistad quedaría arruinada e incómoda por el resto de nuestras vidas, y no quería eso.
Y si sentía lo mismo, daba igual, porque podíamos intentar algo y al final terminar y nuestra amistad estaría destrozada. Seríamos extraños.

Me puse nerviosa y empecé a dar vueltas en la cocina, poniendo en orden lo que ya estaba ordenado.

Mateo entró segundos después y se rió al verme nerviosa, tocando todo. Se acercó a mí y me agarró de los brazos suavemente, pegándome contra la encimera.

⎯Male, la voy a hacer corta... ⎯me dijo e inmediatamente cerré mis ojos con miedo⎯Ese día en el baño, te dije que me gustabas. Siempre lo hiciste, y me parece que ahora también me gustás.

En vez de cerrar los ojos, éstos se me abrieron de par en par al escuchar esas palabras salir de la boca de mi mejor amigo.
Me quedé congelada, sin saber qué decir o hacer.

No quería cagar nuestra amistad, ¿pero qué debía hacer?

¿Sentía lo mismo? Sí. ¿Quería una relación? Probablemente no. ¿Esto era algo correcto? No lo parecía.

⎯Decí algo, no te quedes ahí callada ⎯me susurró, sus ojitos estaban brillosos y su voz sonaba media angustiada.

⎯Yo... ⎯empecé a decirle, tratando de separarme de él, fallando en el intento⎯. No sé, Mateo. Sos mi mejor amigo, no quiero perderte.

Me miró medio triste, como si lo que me dije le hubiera dolido. Me parecía sentir que él había interpretado mi contestación como una friendzoneada terrible, pero no era el caso.

Se empezó a alejar de mí, asintiendo despacito, hasta que lo agarré del brazo y lo volví a pegar contra mí.

⎯Pero tambien me gustás mucho, tarado.

Sonrió ampliamente y agachó su cabeza rápidamente como para darme un beso, pero lo alejé.

⎯Paraaaaa, boludoooo ⎯le dije riéndome⎯. Que me gustes no significa que podamos darnos besos.

Una de sus cejas tupidas se arqueó y me miró cuestionando lo que le dije.

⎯¿Y entonces? No entiendo.

Sí, yo tampoco, Mateito.

⎯¿Te gusta alguien más? ⎯me preguntó cambiando su expresión por una cara de culo, alejándose de mí.

Fruncí mi ceño y me reí.
Nunca me había interesado alguien románticamente, siempre había algo más importante en lo que pensar. Mateo era la excepción claramente, que me gustaba desde que éramos chiquitos. Pero con él era distinto, era como que éramos marido y mujer, pero que jugaban a la pelota. Nunca hubo de por miedo una atracción física... hasta ahora, que me parecía lo más hermoso que hubiera en la tierra.

⎯No seas ridículo, Mateo ⎯le dije pegándole en el brazo otra vez.⎯ Vos bien sabés que nunca me gustó nadie.

Su carita medio que cambio cuando se puso a pensar lo que le había dicho y asintió, dejando entrever una sonrisita.

⎯Es verdad ⎯dijo⎯. Aunque tenías a unos cuantos atrás.

Su postura enojada volvió y me reí denuevo, recordando las veces que me iban a buscar al colegio en bicicleta y se amenazaban con mis compañeros porque me tiraban onda.

Los chetos no me iban igual.

Nos quedamos unos segundos recordando esos momento, hasta que ví como se acercaba a mí. Pegó su abdomen contra el mío y rodeó mis costados con sus manos. Una de sus manos se alzó y corrió un mechón de pelo hacia atrás.

⎯No los culpo, porque sos muy linda ⎯me susurró con voz grave, haciendome retorcer de placer auditivo en mi lugar⎯ . Qué ganas de darte un beso, Male.

Rodé mis ojos y me acerqué a su cara, pero para darle un beso en el cachete.

⎯Eso no va a pasar.

Me miró entre extrañado y triste, con sus cejas fruncidas.

⎯¿Y por qué?

Lo miré por unos segundos antes de contestarle. La verdad es que yo también me moría de ganas de comermelo a besos, pero no quería arruinar nada.

Nos gustabamos, sí, ¿pero valía la pena mandar la amistad a la basura para darnos besos y andar de la mano? Aparte, él ahora era famoso. Tenía fans que seguro me matarían, y tenía que viajar a muchos lugares siempre, tener novia quizás no le parecía la mejor idea.

Pero no quería que pensara que no me gustaba realmente.

⎯No sé ⎯le dije y miré hacia abajo, sin encontrar las palabras correctas⎯, siento que todo se irá al carajo.

Me miró en silencio y cuando fue abrir su boca para hablar, un ruido lo interrumpió.

⎯¡¿Qué están haciendo?!

𝘽𝘼𝙍𝙍𝙄𝙊; 𝘵𝘳𝘶𝘦𝘯𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora