Capítulo 3.

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¡Hola mis bonitos lectores! Debo dejar los malos hábitos de actualizar en medio de la noche, pero bueno.

Muchas gracias a todas las personas que se toman el tiempo para leer esta pequeña historia, seguimos con Aki este capítulo, espero que les guste.

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Ugetsu Murata era como tocar el violín.

Suave era el roce entre mis dedos y sus cuerdas, delicado y tenue era el murmullo de una sonata bajo su lluvia, áspera era la sensación de mi piel contra el acero, adictivo era el perfume de la madera fundido con la fragilidad del óxido, fatigado y quebrado se profesaba mi corazón. Era algo que amaba. Amaba tanto tocar el violín. Era ser un maldito segundo lugar. Era esforzarse, levantarse, arrastrarse con las garras para jurarse suficiente. Era perderse en dolorosos y afilados momentos de rabia mientras alguien más brillaba bajo el reflector. Era entender en una bofetada que no era suficiente. Que amarlo no me hacía bueno. Que intentarlo no me convertía en talentoso. No era él. Un mediocre aspirante. Apreté mis puños, con un caliente y pesado nudo entre las entrañas, y un arco rasgando mi alma. Lo intentaba. Me froté el entrecejo, con violencia y frustración, ¡Claro que lo hacía! Practicaba hasta el cansancio, trataba hasta sentirme estúpido, ¿Para qué?, bajé mis hombros, deslizando mi espalda por las paredes del cuarto. Él era mejor. Amarlo no me haría un pródigo, y tanto amor ya me había comenzado a enfermar.

"¿Te sientes mal?" La voz de Haru fue un escalofrío entre mis pensamientos y la realidad. Él estaba acomodado al revés en una silla, sus piernas estaban pendiendo bajo el respaldo y el aire, sus codos cruzados sobre los bordes de madera, el asiento crujió "Te ves pálido" Retrocedí, no obstante, ya estaba contra las acolchadas paredes de la sala.

"Solo me siento algo nervioso por verlos ensayar" Aquella fue una mentira barata y descarada "Hace mucho no vengo a un estudio" Él se la compró. Él era esa clase de persona.

"No lo habría imaginado" Su sonrisa fue tímida y pequeña, algunos instrumentos se encontraban repartidos en aquel cuarto al azar "Como haces clases de música pensé que esta sería tu zona de confort" Su voz fue suave y dulce, me relajé. La calefacción dentro del cuarto era agradable. El amarillo de las luces pintó magia e irrealidad.

"Digamos que tuve algunos problemas y lo dejé" Mi mandíbula se tensó, la costra sobre mi boca se profesó dolorosa e incómoda. El más bajo frunció los labios, pensativo. Su mentón se hundió entre sus brazos. Sus ojos fueron una brisa.

"¿Por qué decidiste postular para el empleo?" Aun con el rostro medio oculto, pude vislumbrar un tenue carmín sobre sus mejillas. No me pude poner a la defensiva con él "No me tienes que contar, pero Take me dijo que en la entrevista parecías casi obligado a estar ahí" Mi ceño se frunció, despacio. Mis brazos fueron una pared entre nosotros dos. Ese hablador.

"¿Eso dijo?" Ya sabía que él no era más que fachada y problemas "Vaya, pudo decírmelo de frente si le molestó tanto" La risilla de Haru consiguió que los pómulos me cosquillearan, él presionó su palma contra su boca, con fuerza.

"Perdón, pero tu cara es muy sincera cuando algo te desagrada" Sus piernas juguetearon hasta clavarse en la alfombra "Eso es algo lindo" Él solo se dio cuenta de lo que dijo cuando fue muy tarde, los colores se le subieron hacia las orejas, él se trató de ocultar con un frenético movimiento de palmas y un tartamudeo. Suspiré, sonriendo.

"Mira quien lo dice" Esta persona era bondadosa e ingenua "Tienes roja hasta la nariz" Alguien le haría mal. Tan mal. El pánico entre esas delicadas facciones fue gracioso. Él era lindo.

"Mi culpa por empezar a molestarte" Él se abanicó el rostro, tratando de tomar aire. El ambiente era relajante y reconfortante. Mi pecho cosquilleó en un delicado aleteo. Esto.

Primavera de ayer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora