𝑬𝒏𝒕𝒓𝒆 𝒎𝒊𝒆𝒅𝒐𝒔 𝒚 𝒆𝒎𝒐𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔.

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La luz iluminaba tenuemente su habitación filtrándose autoritariamente por la ventana. En realidad no quería levantarse, tan solo deseaba seguir durmiendo. Sus ojos pesaban mientras perezosamente intentaba mantenerlos abiertos, honestamente no quería luchar. Hacía mucho que se había dado por vencido.

Wei Wuxian pensaba aún dormitando recostado en la cama, en qué hora podría ser, ¿2? ¿3? ¿6? ¿10? ¿Acaso ya era otro día? No lo sabía. Y tampoco es como que le importara, de igual manera su rutina diaria no cambiaría sin importar la hora que marcara el reloj, ya no lo hacía. No se dejaba pensar en todo, en sus padres, en sus hermanos, en lo poca cosa que era. Desearía estar muerto. Pero también era muy débil... y no se atrevía. Más que por él, detenía sus pensamientos por su familia.

Después de unos minutos volvió a sentir el ruido proveniente de su estómago, suspirando recordó porque se había despertado en primer lugar. Se obligó a tumbos a salir de la cama, golpeando su pie con el bulto de ropa que estaba tirado en el suelo. «Maldición.»- pensó, llevándose la mano al dorso de la pierna - «tendré otra cicatriz.»- suspiro amargamente. Siendo sincero no le importaba mucho si tenía o no cicatrices, antes, su cuerpo era su medio de trabajo, era su imágen de actor bello y famoso lo que vendía, pero después de el incidente estaba seguro que su cuerpo ya no tendría el aspecto vibrante del que presumía en el pasado, ahora no era más que un remiendo de carne. E incluso así se sentía bien, nadie podría jamás desearlo de nuevo y todo era su culpa. Estaba seguro. Echó a un lado la pequeña montaña que le había hecho tropezar y siguió su camino.

Se acercó a la alacena de su cocina, tomo un paquete de tallarines instantáneos, encendió el horno y marco el número 3 en la pantalla. Se quedó esperando que el tiempo pasara mirando fijamente como los segundos comenzaban su conteo, mientras ignoraba conscientemente la bolsa de regalo puesta justo detrás de él, habían pasado meses, pero aún no se atrevía a mirarla de frente, el dolor y la repulsión se lo impedían. Si su hermano supiera lo que había en esa bolsa, lo habría quemado, aún así, no era capaz ni de mirarlo, o siquiera decirle algo a su hermano menor.

Justo cuando el sonido de alarma que indicaba que la comida estaba lista rompió el silencio, tomó el paquete aún caliente y se dispuso a comer en completa soledad en el comedor, fuera de su habitación todo estaba oscuro, no es como su habitación que había una ventana, ahora se rodeaba de negrura, el día se sentía frío, igual que los días que vinieron antes que ese. Y los que vendrían después.

Se obligó a comer bocado tras bocado haciendo caso sus primitivos instintos de supervivencia, mas por inercia que por otra cosa, sabía que debía apresurarse o llegaría la hora en la que su hermano entrara y se pusiera frente a él, con esa mirada que lo lastimaba, lo lastimaba tan profundamente porque veía en los ojos de su hermano menor lo roto que estaba el mismo, lo lastimaba porque él no podía hacer nada más que fingir vivir mientras el tiempo pasara y por último, lo lastimaba porque sabía que aún después de sentirse como un desecho, humillado y sucio, su hermano estaba ahí, sufriendo a su lado. Dispuesto a asesinar por él. Había tantas cosas que se callaba, porque sabía que no era nada el no valía nada. Metido en su autocompasión y desespero un par de lágrimas bajaron por su rostro nuevamente, como todos los días, como no dejarían de salir... su dolor lo consumía y aunque lo intentara, aunque lo quisiera no tenía fuerzas para luchar, solo podría llorar.

《ENTRE JADES Y ORGULLO》 XiCheng × WangXianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora