Draven alzó la cabeza al escuchar aquella dulce sinfonía.
-¿Que es eso?-preguntó el menor de los hermanos en voz baja.
-Música.-le respondió Darius sin detenerse.
Dentro de Draven se había despertado la cualidad más peligrosa de cualquier ser humano...la curiosidad. Buscó el lugar del cual provenia la música y descubrió una ventana abierta a la que no pudo evitar acercarse.
-¡Draven!-lo llamó su hermano. -Vamos, tenemos que encontrar un buen escondite.
-Ahora te alcanzare. -Dijo aun en voz baja antes de asomarse sin ningún descaro a la ventana.
Lo que vio le sorprendió bastante, sentada cerca del cálido fuego de una chimenea, con un extraño instrumento de cuerda apoyado en su regazo, se encontraba una joven de una belleza inigualable, pero su rostro estaba oscurecido, ninguno de sus angelicales rasgos mostraba rastro alguno de felicidad, y esa amargura la transmitía a su instrumento acariciando sus finas cuerdas.
Su largo cabello azul celeste recogido en dos coletas descendía por su espalda hasta el suelo y su flequillo cubría parcialmente sus ojos dorados.
El noxiano se había quedado embelesado por la mezcla de belleza y buena música, pero su hermano se estaba impacientando.
-¡Draven!-Exclamó el mayor de los hermanos.
La grave voz de Darius llamó la atención de la joven, la cual alzó la mirada alarmada y llegó a ver a los dos noxianos antes de que estos se agacharse para ocultarse.
Por su aspecto duro y descuidado supo al instante que no se trataba de demacianos, también reconoció el nombre de Draven. Había oído hablar de él y de su sangriento oficio, conocido en todo Valoran. Por un momento tubo miedo, temió que alguna de las brutales hachas del verdugo se colara por la ventana y acabará con su vida, pero después de unos instantes en los que mantuvo la respiración comprendió que a los noxianos no les convenía meterse en lios, lo cual la calmó enormemente y soltó un largo suspiro de alivio.
Por un momento la idea de delatarlos y entregarlos a las autoridades demacianas rondo por su cabeza, pero conociendo cómo se comportaba la gente de Noxus llego a la conclusión de que la venganza seria terrible.
Dedicó unos minutos a asentar sus ideas y seguidamente sus largos y delicados dedos volvieron a deslizarse por las cuerdas de su instrumento y la triste melodía volvió a sonar.
***
-¿Que es lo que no entiendes de los términos "que no te vea nadie"? -Le preguntó Darius bastante enfadado.
-¿Que es lo que no entiendes de los términos "no revelemos nuestras identidades"? -Replicó Draven.
El hermano mayor gruño y aceleró el paso.
Incluso el mismísimo Darius cometía errores, era comprensible, a pesar de sus años como militar y de sus grandes hazañas era imposible no estar nervioso estando en el centro de Demacia con la única compañía de su impulsivo y egocéntrico hermano, en el cual confiaba plenamente a la hora de combatir, pero no dejaban de ser dos contra un millón.
Su misión era sencilla, colarse en el castillo, sacar información y volver a Noxus victoriosos.
Todo saldría bien siempre y cuando trabajarán en equipo. Por desgracia el trabajo en equipo no era el punto fuerte de Draven...ni mucho menos. El iba a su bola, hacia lo que quería y como quería. A demás, el menor de los hermanos apenas contaba con entrenamiento militar y Darius no comprendía por que lo habían elegido a el precisamente para aquella misión.
"Menuda idea más absurda" pensó Darius pasándose una mano por el pelo ligeramente canoso.
Por suerte para los hermanos, Noxus contaba con numerosos infiltrados en la gran ciudad-estado de Demacia, gente de la que los ciudadanos de dicha ciudad nunca sospecharian pero que ayudaban sin dudar a los noxianos que se colaban en las calles de la urbe. Uno de ellos era un viejo comandante retirado que había montado una pequeña posada en la cual se alojaron los hermanos.
Mientras Darius se quedo charlando con el dueño de la posada de victorias pasadas, Draven subió a la habitación y se dejó caer en la cama, dejando sus hachas en la mesita de noche, al alcance de su mano en caso de ataque.
Clavó sus ojos verdes en el techo, el cual presentaba diversas manchas de humedad. Para su sorpresa estaba pensando en alguien que no era el mismo. De su mente no se iba el bello rostro de aquella joven peliazul, tampoco las tristes notas que emergian de su instrumento. Se preguntaba porque se la veía tan deprimida, sentía curiosidad por ella...deseaba conocerla. Estaba tan sumido en sus pensamientos que ni siquiera se dio cuenta de que su hermano había entrado en la habitación. Desde hacía uno rato había estado tarareando la melodía de aquella chica, la cual se le había marcado a fuego en la mente. Pero una repentina almohada en toda la cara lo saco de sus pensamientos.
-Callate y duerme.-ordenó Darius, cortante.- mañana tenemos trabajo que hacer.
Draven gruño devolviendole la almohada y cerró los ojos para conciliar el sueño unos minutos más tarde.
Mientras tanto en otro lado de la ciudad, cierta peliazul daba vueltas y más vueltas en la cama. Siendo sacudida por una desagradable pesadilla.
Corría desesperadamente por las calles de Demacia, las cuales permanecían completamente desiertas mientras una grave y exagerada carcajada resonaba en su mente.
Quería gritar y pedir ayuda, pero como ella bien sabia eso era imposible. Buscó su instrumento, su arma pero no lo veía por ningún lado.
-¿Buscabas esto?- preguntó una voz a su espalda.
Ella se dio la vuelta, temerosa y descubrió con horror su instrumento a los pies de el temido verdugo noxiano, Draven. El hacia girar hábilmente sus hachas, una en cada mano. Con un simple movimiento de muñeca una de las hachas destruyó su valioso instrumento, atravesandolo por la mitad. Ella sintió que las piernas le flaqueaban y estuvo a punto de caer al suelo. Pero la voz de Draven le dijo con un detestable tono burlón:
-Tienes 10 segundos para salvar la vida, venga, corre.
Ella echo a correr todo lo que sus piernas le permitían.
-Uno...dos...tres...cuatro...-Draven sacó el hacha del malparado instrumento. -...cinco...seis...siete...ocho...-se preparo para el lanzamiento. -...nueve y...¡DIEZ!
En ese momento se despertó, irguiendose en la cama con el corazón a punto de salirsele del pecho y toda cubierta de sudor. Las lágrimas se escapaban de sus ojos y rodaban rápidamente por sus mejillas. Su respiración era agitada pero eso no le impidió levantarse para comprobar si su instrumento estaba bien. Suspiro aliviada al comprobar que, efectivamente se encontraba en perfectas condiciones.
"No he tenido la oportunidad de conocerte, pero aún así se que te odio... Draven"
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La voz del Silencio [HISTORIA CANCELADA]
Romance¿Puede el silencio enamorar a una bestia? ¿Puede la música caldear el corazón más frio? ¿Puede el ser más egocéntrico amar a alguien que no sea el mismo? Y al mismo tiempo...¿Pueden quererse dos personas que no tienen absolutamente nada en común?