-Buenos días, señorita Addison. -me sonrió el hombre desde el escritorio.
Definitivamente lo conocía, pero él no daba muestras de reconocerme.
-Buenos días.-farfullé.- Puede llamarme Sofía, eso hará el asunto más relajado.
-Perfecto, qué le parece si nos tuteamos? Mi nombre es Luciano.-el chico tenía una sonrisa resplandeciente, como si fuese el protagonista de una publicidad de pasta dental.
-Encantada de conocerte, Luciano. Es un placer estar acá. -Se me trababan las palabras, nunca me había sentido tan poco profesional en su vida. -Calmate. -me exigí por dentro.
Luciano parecía divertido ante mi tartamudeo, se paró y me ofreció la mano, sacudiéndola con suavidad. El chico no paraba de sonreir, por un segundo pensé que en realidad todo era un acto, que él sabía quién era yo y que de un momento a otro terminaría con la farsa, pero eso no pasó.
-Bueno, comencemos, qué es lo que necesitan de mi? -me apuré, con ganas nuevamente de huir del edificio. Había sido una pésima idea ir.
-Vayamos al grano, supongo que te imaginas por qué te convocamos, tenemos una campaña publicitaria y nos gustaría que seas la cara visible como modelo. La campaña dura un par de meses y representaremos a un grupo muy importante, es un tema muy serio y si aceptas vas a tener excelentes condiciones de trabajo, pero todo debe ser impecable.
Todo eso captó mi atención, me había imaginado una estúpida publicidad de ropa como las que acostumbraba hacer, y también odiaba.
-De qué tipo de campaña estamos hablando?-
-Bueno, en esta oportunidad representamos al grupo UCMTA...-
Alcé las cejas con impaciencia.
-La UCMTA es la Unión de Centros Médicos en la lucha contra trastornos alimenticios...- y continuó hablando, pero no podía seguir escuchando, o no quería. Esto estaba yendo demasiado lejos, parecía un diablo enviado desde mi infierno personal para arruinarme la vida.
-Disculpame, estás bien?-
Volví a la realidad y le sonreí un poco atontada.
-Lo siento, me distraje un segundo, contame.
-Bueno, como te estaba diciendo, la UCMTA está interesada en que vos seas la cara visible de esta campaña, es algo muy importante para ellos ya que la tasa de trastornos alimenticios en el país no hace más que subir y el gobierno exige que se ataque desde todos los campos, incluído el publicitario y para eso necesitamos modelos, y ahí es donde entrás vos.
-Perdón, pero por qué yo? Quiero decir... Hay cientos de modelos y militantes de estos temas, no es precisamente mi campo.
-Lo sé, y creo que por eso sos idónea para esto. A ver, tenes un cuerpo naturalmente bello, no queremos mostrar a alguien que no come una semana antes de un desfile o que pasó por tres liposucciones, sabemos que en el mundo del modelaje esto es complicado, pero creo que sos lo que más se asemeja a la naturalidad.-Terminó dibujando comillas en el aire. No sabía si abofetearlo o sentirme halagada.
Luciano continuó como si estuviera dando un monólogo.- El sueldo es fijo, y si me permitís decirlo, bastante elevado. Las horas de trabajo son variables, por lo general son reuniones por la mañana y producción por la tarde. Si aceptas vas a tener una serie de capacitaciones de un par de semanas con expertos de todos los campos, médicos nutricionistas, psicólogos, publicistas y genios de la moda. Después de la capacitación empieza tu trabajo en sí, queremos asegurarnos de que sepas plenamente de con qué estás tratando y la campaña se aborde con la sensibilidad que merece el tema. La publicidad va a abordar a la moda desde un lugar diferente, se va a cuestionar las exigencias del ambiente y no te niego que va a dar mucho de qué hablar, si aceptas tenes que estar dispuesta a eso. Va a ser sumamente escandaloso para muchos, pero lo que queremos decir lograr es algo positivo, y esperamos realmente que quieras formar parte de esto.
Me quedé completamente en blanco. Parecía que Dios se estaba riendo de mi en mi propia cara. Si es que Dios existe.
Sin saber por qué, decidí que tenía que hacerlo. Me auto convencí diciéndome que era por el sueldo, era mucha plata que me vendría más que bien para pagar mis estudios, pero sabía que realmente se trataba de otra cosa, algo que no me animaba a poner en palabras.
Una hora mas tarde ya había firmado contrato con el tal Luciano que al parecer estaba jugando a los desconocidos. Muy bien, yo haría lo mismo.
Llegué a casa, abatida, no sabía si había tomado la decisión correcta pero decidí dejar que la situación fluya, ya vería que me deparaba el destino y de todas formas siempre tenía la opción de renunciar en cualquier momento. Decidí hacer un poco de ejercicio, mantener la cabeza ocupada era lo que necesitaba mas que nada en el mundo. Ya no toleraba divagar libremente, mi mente siempre terminaba en lugares oscuros de los que no podía huir. Mantenía una máscara frente al mundo que me protegía, y protegía a los demás, de mi propia oscuridad. Oscuridad de la que a veces ni siquiera era consciente. Mucha gente pensaba conocerme; tenía una vida normal, una familia que me quería, amigos entrañables y dos mascotas que capturaron mi corazón desde el primer día cuando iba caminando por la calle y aparecieron en mi vida como por arte de magia.Ese día diluviaba en la ciudad, era invierno y yo temblaba, se me había ocurrido salir sin paraguas porque amaba la lluvia, pero descubrí tarde que había sido una pésima idea. Así que llovía, era tarde y estaba lejos de casa, prácticamente corría mientras el agua me chorreaba por la cara y el pelo, helándome la piel. De repente algo llamó imperiosamente mi atención, una caja de cartón a resguardo bajo el techo de una panadería. Me acerqué lentamente deseando por todos los medios que no sea lo que pensaba. Lamentablemente estaba en lo correcto, en la caja se asomaba una sábana verde, y debajo la silueta de dos perritos del tamaño de la palma de una mano. No lo pensé dos veces antes de agarrar la caja, asegurar a mis nuevas mascotas y esta vez sí, correr de verdad para resguardarlos de la lluvia. Cuando llegué a casa los sequé con suavidad, los arropé al lado de la estufa y les preparé algo de leche caliente. Ya me ocuparía de ir a la veterinaria para que los revisaran, desde ese momento estaban a salvo.
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El silencio del tiempo
AcakUna vez me dijeron que no se puede pretender entender la vida hasta que no se conoce la muerte. Así comprendí que vivir huyendo es sobrevivir. Y sobrevivir no significa vivir.