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— ¿Puedes dejar de ser así, Maxinne? — La señora Rhodes hizo una pausa exhaustiva antes de seguir reprendiendo a su hija escaleras arriba —De verdad necesito que me colabores. —Paso por el lado de las dos, no tienen bolsas de compras, entonces supongo que la regaña por algo más personal. Al verme, las dos sonríen con amabilidad. — ¡Oh, Joven Zach! Siga.

—Buenas tardes. —hago una pausa sin enfocarme en la chica. Sigo de largo y con un gesto de mano me despido y sigo ascendiendo hasta llegar a mi apartamento.

Hay muchas cosas en desorden, pero puedo asegurar de que sin importar donde estén, tienen un estado impecable de limpieza. Me quito el abrigo y lo cuelgo en el perchero con las demás prendas de salida rápida. Recojo algunas cajas del suelo y me abro paso hasta la habitación. El apartamento no es grande, para mí solo, de hecho es muy cómodo, pero todo se ve un tanto amontonado. Desgraciadamente, aquí sí que no entra la luz del sol de golpe, ni las miradas por fuera de la ventana. Abro la puerta y enciendo el bombillo. Todo sigue normal: La cama está tendida y todos los libros están sobre el escritorio. No hay ventanas, si es que cuenta la del baño. Lo primero que hago es desvestirme. Me acerco luego a la pared, donde yace un calendario con pequeñas notas de colores. La primera, se ubica en el 15 de septiembre: Mañana. "Confianza" La arranco y la boto. El primer paso comienza.

Es muy temprano para dormir, siendo apenas las seis. Pienso mejor acostado y haciendo nada, que en actividad física. Apago las luces y me lanzo en la cama. No me pongo la cobija a pesar del frio que hace. Siento en mi piel desnuda el siseo y las caricias del clima, y eso se siente bien.

Siendo consiente, comienzo a pensar en ellos. Su relación lleva poco más de tres meses, poco tiempo, a decir verdad; sin embargo, no se sabe cuanta cercanía existe entre dos personas. Todos sabemos de su grafica relación. No mantienen demostraciones de afecto tan públicas, pero de vez en cuando, y en cualquier momento del día la tensión suele ser palpable. Me gustaría crear un aparato para guardar dicha tensión sexual, tenerla en mi bolsillo y liberarla cada vez que me plazca. Sería la tensión de ellos, siendo disfrutada por un tercero. Mi mano baja lentamente por mi abdomen, llegando a ese punto del elástico del interior que muchas veces he levantado. Su sonrisa, sus ojos, sus labios vienen a mi mente. Muchas veces he detallado su rostro. Muchas veces he fantaseado con su piel. Me levanto un poco y bajo el elástico junto a la tela. Sus cejas perfectas, su intelecto, todo su ser. Arqueo mi espalda con cada sensación, cierro mis ojos con fuerza, tratando de tener una visibilidad más clara de mi imaginación. Finalmente, todo y nada llega a mí, invadiéndome. Abro los ojos y los cierro con fuerza antes de caer, y sonriendo, quedarme dormido. 

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