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Camino calle arriba, esperando ver el auto desaparecer por la autopista. Así pasa. No hay un metro que me lleve hasta el cerro, entonces me veo obligado a coger un taxi. Llamo al primero que veo y le doy la dirección de mi destino. En pocos segundos, subiendo por la calle de la colina, la ciudad se ve mucho más pequeña. Desde un punto de vista subjetivo, puedo sentirme superior a ella. Pago la carrera y el resto del camino me toca culminarlo a pie. El viento sopla con fuerza y me arrepiento de no haber traído mi abrigo. Más allá, en el borde del cerro, está sentado él. Tiene una lata de gaseosa en la mano y se recuesta en las barandas que sostienen el anuncio publicitario. Se gira hacia mí y sonríe.

—No te quedes ahí parado, siéntate. —hace ademán con su mano para hacerme un espacio al otro lado. Obedezco y me siento. Desde aquí, la vista es impresionante. Las luces de la ciudad se ven pequeñas y las personas se notan como pequeñas hormigas que van hacia la entrada de su hormiguero. — ¿Gaseosa? —a su lado hay una caja de latas de gaseosa. A pesar de haber tomado un café hace unos minutos, acepto.

— ¿Qué fue lo que pasó, Alex? —sabe el sentido de mi pregunta. Suspira y mira hacia el horizonte. Su mirada se muestra neutra, pero penetrante en un lugar muy lejano a aquí.

—Terminamos. —le doy un espacio para que continúe, si es lo que desea —encontró en mi maletín la ropa interior de alguien. No sé cómo llegó eso allí, pero solo sé que no es lo que parece. Nunca he querido ni necesitado serle infiel, pero ella no me cree.

— ¿Y sabes de quien era esa ropa? —cuestiono.

—No, pude pensar que era de ella, honestamente no le presto mucha atención a eso, pero no imaginé que no fuese de Aby. —da otro sorbo a su bebida y tira la lata en una bolsa de basura que el mismo trajo.

—Deberían tomarse solo un tiempo. No soy quien para entrar en una opinión bastante construida, pero terminar la relación del todo es una alternativa apresurada. ¿No crees?

—Ya pensé en eso. Fue ella la que me escribió para que dejáramos las cosas así. Si te soy sincero, Zach, es la mejor opción. Si seguimos con esto seremos dos personas dentro de un círculo vicioso de desconfianza y sexo.

—Entiendo. Pues espero que a pesar de esto las cosas entre ustedes disminuya la tensión.

—Creo que eso tomaría su tiempo. Por ahora es un enojo mutuo. —Levanta su muñeca para mostrarme el reloj—estaba en su bolso. No sé qué pienses tú, pero dados los problemas económicos que están presentado sus padres, es lógico que esto estuviese allí.

— ¿Entonces crees que lo tomó para cubrir gastos?

—Sí, amigo, eso es exactamente lo que creo.

Continuamos la charla con alguno que otro comentario sarcástico. La tarde se vuelve amena para ambos. Bajamos de allí cuando el sol ya se comenzaba a ocultar. Su moto está allí, y viendo que yo no tengo en que transportarme me pasa un casco adicional y nos subimos. El camino de regreso se siente algo extraño, en lo único que puedo pensar es en el golpe final y eso me emociona. Le pido que me deje en una calle y se despide con un "Nos vemos luego" arranca y desaparece por la intersección siguiente. 

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