Observa

10

Dejo todo en su lugar, el trapo con el que tapé sus gritos lo dejo sobre el lavabo. Reviso mi ropa y me aseguro de que no quede ningún rastro de sangre. En la cuchilla no va a haber rastros de mis huellas, de eso ya estoy seguro. Voy hasta la ventana trasera y me deslizo por el alfeizar para bajar por la escalera de emergencias. Me siento conmocionado y excitado al mismo tiempo. Mañana, en el historial de las noticias se presentará el suicidio de una joven porque terminó la relación sentimental con su enamorado. Leeré el artículo con tristeza y apoyaré a Alexey en todo momento contra el dolor que esto le ha de causar. No es mi intención causarle dolor a él, nunca le haría daño, pero esto solo es un segundo plano.

Bajo las escaleras, no hay nadie en el callejón abandonado, ni siquiera indigentes que puedan servir como testigos.

Salgo a la calle principal y siento el frio de la noche golpear contra mi rostro. El plan está completo. Solo alguno de nosotros dos nos pertenece. Y no iba a ser ella. Una llamada entra en mi teléfono y respondo de inmediato. Nadie habla al otro lado, pero la respiración agitada de Alexey hace evidencia. No es una agitación desenfrenada, sino sensual, esta agitado por cierta actividad.

— ¿Puedes venir?

Le digo que sí, y con toda la rapidez que puedo, corro calle tras calle hasta llegar a su apartamento. Toco la puerta con cierta calma fingida y el abre. Lleva la camisa a medio poner, mostrando su bien formado abdomen. Miro a lado y lado de la calle, no viene nadie. Entro y el cierra la puerta detrás de mí. Me sonríe con seducción y se acerca, sin pensarlo dos veces besa mis labios y los suyos, sintiéndolos por primera vez, se sienten como siempre los he imaginado.

—Alex, pero y Ab...

—No te preocupes.

Me guía hasta la habitación y con desenfreno y sin rastro de conciencia desabrocho sus pantalones como tantas veces había visto hacerlo a ella. Me entrego a la persona a la que tantas noches tuve entre mis sueños y fantasías, sin interrupciones y sin terceros. Aby ya no existe, y podrá dulcemente descansar en paz, entendiendo que siempre deseaba a su chico. Puedo entrar y pasar desapercibido, pero esta noche, es el comienzo y el final de todo lo que algún día he querido, y de todo, lo que durante meses he observado.

...

¿Qué hiciste? ¿Qué hacemos? ¿Que llegaremos a hacer? Acariciando mi cabello, bajando tu pulgar por mi hombro, deslizando tus manos por mi piel. Mi intensa mirada cae sobre ti, expectante. Intimando en el interior del otro nos preguntamos: ¿Que nos hemos hecho?

Fin.