O4: Inestable.

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La sala de estar, nunca se sintió tan.. jodidamente incómoda.

El hecho era que no quería estar en ese lugar. Ni ese día ni en cualquier otro y podía tratar de convencerme una y otra vez, pero al final del día, llegaría a la misma resolución y esa era que algunas cosas no se podían recuperar nunca, por más que uno lo intentara.

Mi constancia y todo lo que había logrado se redujo a nada, cuando sentí las manos temblar momentos antes de que dejara las latas de cerveza en la mesita de centro, bajo el silencio y los carraspeos incómodos.

JungKook me observó un momento, con nuestros ojos fijos los unos con los otros, como si pudiéramos o más bien desearamos, que nuestra conexión no se hubiese perdido en algún momento.

"No se tiene la culpa de nada, él no."

Negué para mis adentros, parpadeando en su dirección y seguidamente me enderece en toda mi estatura, arreglando una sonrisa ante la presencia de la nueva persona en el lugar.

Cuando mis ojos se dirigieron a los suyos y no encontré más que una sonrisa y un trastabilleo en sus facciones, otra gran parte de mi estabilidad pareció derrumbarse.

Min YoonGi seguía igual de precioso que siempre.

Sus ojos oscuros se abrieron un poco más, mientras sus labios se curvaron en una sonrisa nostálgica que no pude descifrar y antes de cualquier cosa, de un parpadeo siquiera, mi cuerpo se encontraba apretado junto al suyo.

La explosión de su aroma, de su aliento, de su roce y de todos los malditos sentimientos que nunca se enterraron del todo, me abofetearon tan duro que incluso para mis propios pensamientos fue algo difícil de explicar.

—JiMin, JiMin, dios, JiMinnie.

Su voz rasposa me regresó a la realidad, donde me encargue de empujarlo y por fin deshacerme de su toque.

Yo no quería sentirlo, ni que me recordara todo lo que una vez imaginé, incluido ese abrazo y que sin embargo, se habían encargado de pisotear porque nunca valí la pena para amar.

Era un estorbo y mis sentimientos, mi propia existencia.. también lo eran.

—No jodas, YoonGi. No me toques, joder. —Hablé, con más coraje del que recordaba.

Sentía el rostro enrojecer de coraje y otra cosa que no lograba identificar, mientras daba un paso hacia atrás y escuchaba la voz suave de JungKook.

—JiMin, me prometiste que escucharias y..

—Tú no te metas otra vez. —Respondí, sonriendo en su dirección. —Esa promesa y todos se pueden ir al carajo en el momento en que este imbecil cree que puede venir y abrazarme. ¿Que soy? ¿Su puta diversión?

NamJoon fue el primero en ponerse de pie, mientras HoSeok tiraba de su brazo con nerviosismo.

El chico no se afectó.

—Deja de hablarle de esa forma, siempre fue tu maldito problema. Entiende que JungKook no tiene nada que ver con tus explosiones de humor.

Mis oídos zumbaron ante la anticipación y el enojo junto a la frustración, parecieron escalar a una rapidez impresionante.

—¿Y tu te crees que todo gira en torno a JungKook? Pues te digo que no, que hay un mundo afuera que no depende de sí unas palabras le afectan un poco. Deja de protegerlo y en su lugar, si tanto lo aprecias, enséñale que el mundo es un hijo de puta que no le dará siempre la razón.

NamJoon gruñó y no me di cuenta del momento en que mi coraje cambió de dirección y YoonGi quedó a un lado.

Pero después de todo.. ¿era mi culpa?

No.

¿Por cuanto tiempo creí que podría contenerme?

Estaba cansado de toda esa mierda. No quería tener que fingir que no me había destrozado el corazón, confiar en todos ellos y que me hubiesen apuñalado hasta el fondo porque siempre prefieron a uno mas que al otro.

Y quizá para muchos era envidia, pero no.. todo eso se trataba de lo a que me habían reducido, porque uno nunca deberia sentirse de ese modo, porque cada uno merecía el mismo cariño y el mismo apoyo, la misma protección cuando corrias sin rumbo, con el corazón, el autoestima y las esperanzas hechas mierda.

En su lugar, yo había recibido amenazas, burlas, gritos y algo que nunca iba a recuperar, porque los sentimientos son tan frágiles que una vez destrozados, ya no hay marcha atrás.

—Ni siquiera se trata de eso, JiMin. —NamJoon insistió, ante el silencio de los demás. —Solo te pido que seas más prudente y que escuches antes de sacar tus conclusiones y antes de ser tan estúpido con la única persona que siempre estuvo para ti.

Bufe, tomando asiento, como si no me interesara lo que estaba pasando aunque en el fondo lo hacía y mucho.

—¿Si? Aquí te van algunas preguntas. ¿Quién de ustedes fue prudente conmigo? ¿Cuántos de ustedes me defendieron como ahora mismo lo haces tú con JungKook, cuando algo más que mis lágrimas estuvo en juego? Y de verdad, en el fondo de ese maldito corazón, ¿tu de verdad crees que JungKook me protegió cuando lo encontré jodiendo con YoonGi después de ir a decirle que me había rechazado de la forma en que lo hizo?

Esta vez NamJoon no respondió. Su mirada se mantuvo un segundo, un solo maldito segundo, antes de que la desviara a los asustados ojos de mi mejor amigo.

El silencio fue peor, pero esta vez cada uno se puso de pie con los ojos bien abiertos.

—Lo siento JungKook, se me ha salido. —Murmuré, poniendo atención a los botones de mi camisa. —Se que te prometí que lo había olvidado, pero hay cosas que se guardan y salen en el momento menos adecuado.

—Es verdad, pero yo no.. yo.. —La voz de YoonGi rasgó el silencio, haciendo que mi atención se moviera de nuevo ante sus ojos cristalizados por lágrimas que no debería tener.

De todos, YoonGi era quien menos debería llorar. Porque después de todo, ¿que sentiría si todo siempre le salía de maravilla?

—No así, JiMin.. no..

Entonces su entrecejo se frunció, mientras se limpiaba el rostro con la manga de su abrigo y su mirada regresó a JungKook, quien se mantenía en silencio y quieto, con toda la atención sobre él.

—Me juraste que se lo habías dicho, puto hijo de perra.

Lo siguiente fue un caos.

Y yo estaba justo en medio de toda esa mierda.

Loto © YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora