IV

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𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

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𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

    Los carruajes que se tomaban para este tipo de transporte para el pueblo, eran de lo más sencillos, no había nada llamativo, y a diferencia de los demás carruajes, estos no tenían un techo, ni eran una especie de cabina. Eran un transporte demasiado común, y de acceso fácil, llevaban a la gente a su destino y esta pagaba por el servicio.

    A las Dhollen ni por un milagro se las veía en ese tipo de transporte tan simple, ellas no se movilizaban por el pueblo ni para comprar, porque para eso tenían empleada, ellas solo salían a eventos de sociedad, en carruajes hermosos que contrataban, y ni aunque se estuvieran muriendo aceptarían ir en un carruaje sencillo.

     Ni siquiera trabajaban, todas sus innumerables riquezas eran a costa de su fallecido padre, el cual en la jugosa herencia que había dejado, había tanto dinero que las Dhollen no tendrían que preocuparse por el resto de sus vidas.

    El abuelo de Lauren, al que nunca conoció, había sido un reconocido propietario de terrenos, los cuales vendía y ganaba enormes cantidades de dinero por los mismos. Les había dejado la vida fácil a sus hijas, repletas de dinero, de riquezas, sin necesidad de trabajar porque hasta les sobraban las riquezas. E incluso salieron mucho más beneficiadas, porque se habían quedado con la parte de Emma, que para más suerte suya no tenía testamento, por lo cual a Lauren tampoco le correspondía el dinero, ni la casa, ni nada.

    Las mujeres, vivían en un paraíso, nacieron adineradas, y morirían de la misma manera. A veces la vida era injusta, y le daba facilidades a la gente que no se lo merecía.

    El dinero podía hacerlo todo, absolutamente todo, cubrir un crimen, cometer uno sin ser descubierto, callar testimonios. El dinero daba un poder inmenso, y contra aquel hecho nadie podía oponerse, nadie podía ganar, lo único que quedaba era someterse, humillarse a uno mismo, si no se quiere que pase algo peor,  Lauren lo sabía muy bien.

    Las Dhollen incluso se daban el lujo de permanecer en casa todo el día. Atendidas, en todo, porque con su dinero, su poder y sus amenazas, podían hacer que alguien haga todo por ellas. Permanecían en su lujosa vivienda, queriendo y exigiendo la mejor de las atenciones a toda hora, y a penas salían a los eventos sociales importantes a los que la invitaban.

    El hecho de que estén todo el día en casa era probablemente una de las cosas que más odiaba Lauren, porque tenía que ver sus rostros a toda hora. Por eso cuando la mandaban a comprar, a hacer sus encargos o traer cosas, Lauren salía casi corriendo de la casa, mientras más tiempo ella esté afuera menos tensiones habían.

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    Lauren llegó a parar un carruaje al llegar a la esquina de la calle, y se subió con un poco de dificultad ya que no era una mujer muy alta, se acomodó en el asiento bastante erguida, acomodó la falda de su vestido para estar más cómoda, puso la canasta vacía a su costado y saludó cordialmente al conductor del carruaje, que le respondió de la misma manera.

❛¹❜⸙ 𝐂𝐑𝐎𝐖𝐍 | 𝔗𝔥𝔬𝔪𝔞𝔰 𝔅𝔯𝔬𝔡𝔦𝔢-𝔖𝔞𝔫𝔤𝔰𝔱𝔢𝔯 (✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora