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𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

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𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

     La muchacha aceptó asintiendo con la cabeza, sin importarle lo incómoda y tensa que se iba a poner en el momento.

     El hombre se le acercó, y abrazó a la muchacha por encima de los hombros. Como se había de esperar, la muchacha no correspondió ni se movió en el abrazo, se quedó quieta y a pesar de lo tensa e incómoda que estaba, no tuvo problema en dejarse abrazar. Era una de las despedidas más emotivas que había tenido, a pesar de que su cuerpo rechazaba el contacto, no iba a negarle un abrazo al hombre. Lo estimaba mucho, lo consideraba bastante y lo admiraba. Iba a echarlo de menos, a él y a todos.

     En un punto, la muchacha se sintió mal por no poder ser capaz de corresponder al abrazo. Pero toda la incomodidad que estaba sintiendo, tensaba mucho su cuerpo, además aquel disgusto por dar y recibir contacto físico a los demás, había estado siempre. A pesar de eso, estaba demasiado agradecida de que el hombre comprenda aquello, ya que no significaba que no lo quería de vuelta, porque lo hacía, y mucho. Sino, que las formas de expresar cariño que ella tenía, no se traducían en absoluto con lo físico.

     Se sentía y estaba indescriptible y sumamente agradecida, en deuda. A pesar de que le habían dicho que no había razón para ello. Estaba yendo a trabajar a un lugar maravilloso, para la familia real, todo gracias a la ayuda de un amigo. La habían sacado de una casa cuyo ambiente era terrible. Vladimir Gees era un hombre increíble, en todo sentido, había sido amigo suyo durante casi 10 años, viéndolo en las mañanas, saludándolo a la distancia, visitándolo cuando podía. Y ahora, no iba a poder hacerlo, y a pesar de que pueda que se vean de vez en cuando, la despedida era muy triste.

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     Por su parte, Vladimir no apretó el abrazo, en ningún momento. La abrazó, y se sintió mucho más aliviado al hacerlo. Nunca había tenido oportunidad de abrazarla, porque desde que la había conocido supo que no iba a incomodarla de esa manera. Pero dada la ocasión del momento, su corazón necesitaba hacerlo. No esperaba que la muchacha corresponda, sabía lo incómodo que se le hacía aquel tipo de contacto a pesar de la situación pero apreciaba mucho el hecho de que acepte recibir ese tipo de contacto porque era importante para las personas que ella quería.

     La iba a extrañar, y mucho. Pero prefería no tener que verla, a observar el maltrato que le daban en aquella casa, del que desgraciadamente no estaba enterado de que a penas sabía una pequeña parte.

[•••]

     Se separó, suspirando pesadamente, y hubo un silencio.

     —Hasta pronto, hija mía. Ojalá lo más pronto posible, pueda visitarte en palacio o tu puedas venir si es que permiten tu salida. —Habló un poco bajo. —Nos vamos a volver a ver.

❛¹❜⸙ 𝐂𝐑𝐎𝐖𝐍 | 𝔗𝔥𝔬𝔪𝔞𝔰 𝔅𝔯𝔬𝔡𝔦𝔢-𝔖𝔞𝔫𝔤𝔰𝔱𝔢𝔯 (✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora