Capítulo 1

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Su respiración estaba acelerada, tenía miedo, ¿cómo no tenerlo cuando sólo era una niña de 6 años? Una niña que no entendía lo que pasaba a su alrededor, solo escuchaba gritos de su padre por la casa buscándola muy enojado.
Su madre intentaba cuidarla, la hizo esconderse en las paredes, había un pequeño pasadizo secreto por así decirlo, que nada más ambas conocían. Escondida allí lloraba en silencio cubriendo su boca, algo le decía que sí la encontraba no sería nada bueno. Y entre lágrimas y desesperación en aquel ambiente tenso y cruel, siente las manos suaves de alguien. Quería gritar, pero algo le decía que no podía hacerlo. Gira levemente su mirada hacia donde provenía el tacto encontrándose con un niño, de su edad más o menos.
- Alexander - dice en susurros, pues temía aún su padre la encontrara- ¿Qué haces aquí? Papá te puede lastimar, a él no le agradas, dice que debo alejarme de ti. Y... Ahora quiere hacer algo malo, lo puedo sentir.
- Sammy, ¿nada va a pasar si? Recuerda que yo siempre te voy a cuidar.
Y así como llegó aquel pequeño niño de cabellos dorados, desapareció, sin previo aviso...

Despierta acelerada mirando a todos lados, podría jurar que alguien la había estado mirando, ¿pero quién? Era una tontería aquel pensamiento, ya llevaba un año viviendo sola, un año de que se había ido de aquella casa de pesadillas que era dueña de su infancia. Un año en el ni siquiera había recordado aquel momento, ¿por qué ahora? Esto simplemente no tenía lógica, las pesadillas la abrumaban en aquella casa por razones obvias, cada paso en aquel lugar era revivir todo lo sucedido, pero en este lugar nuevo no, jamás la habían molestado.
Se levanta con cuidado sin muchos ánimos sacando de un pequeño cajón de su mesita de noche el frasco de pastillas que le había dado el psiquiatra, no la juzguen, aquel horrendo pasado no era algo fácil de llevar, ni algo que la haya dejado sin secuelas. Pero, ahí no estaban las pastillas, estaba segura de que no las había cambiado de lugar. Confundida se levanta buscando entre sus cosas por si el sueño la había nublado, y nada. Al colocar un pie en el suelo siente como pequeños legos, baja la mirada y ahí estaban, todo el contenido del frasco derramado.
Vaya forma de comenzar el día
Ordena todas las píldoras dentro el frasco nuevamente cerrándolo bien para así tomarse una de estas con un poco de agua.
Nuevo día, otro gran día de trabajo en aquel restaurante en el que era camarera. Debía bañarse, vestirse, maquillarse y miles de tonterías más para dar, buena presencia como decía su jefe, vaya estupidez.
Estaba haciendo un listado mental de todo lo que debía hacer mientras caminaba a la cocina por algo de comer cuando ve que por abajo de la entrada había un pequeño papel. Algo dudosa se acerca tomándolo entre sus manos volviendo a sentir aquella brisa fría recorrer hasta el último centímetro de su cuerpo, como si paralizara cada nervio existente en su cuerpo. Cuanto odiaba esa sensación.

"Uno, mira siempre por donde caminas.
Dos, fíjate a tu alrededor, que jamás te tomen por sorpresa.
Tres, no camines siquiera cerca de un cementerio.
Cuatro, jamás preguntes por qué murió.
Cinco, nunca debes..."

Si ya era extraño recibir un papel por debajo de la puerta, era aún peor aquellas palabras, era una canción tipo juego que le había enseñado alguna vez su abuela cuando apenas tenía 7 años. ¿Cómo alguien conocería aquello? Quizás sólo estaba paranoica y se había caído de las cajas de la mudanza, si si, debía ser eso.

Esa solía ser su canción favorita de niña, pero ya no recordaba toda la canción, solo sabía que era hasta el 10, pero más no recordaba, era extraño, apenas tenía recuerdos de su infancia, apenas unos cuantos que se asoman entre pesadillas

Susurros De Otra VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora