Capitulo uno

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-Wow...-fue lo primero que pronunció aquel mexicano apenas ver la ciudad que lo esperaba afuera del aeropuerto. Miguel tenía una beca en la Universidad de Música de San Fransokyo, por eso estaba ahí, pero tenía un pequeño problema, el dinero que la beca le ofrecía no era lo suficiente como para financiar todos los gastos que conllevaba su estadía en San Fransokyo.

Tras una desventura tratando de salir del aeropuerto y un largo tiempo tratando que un taxi se parará, llegó al departamento que quería rentar; al momento de entrar la arrendadora se portó muy amable y minutos después ya estaba en camino al departamento que rentó.
Lo primero que vió al entrar fue un cuadro de flores, se veía viejo y grisáceo, pero no perdía su hermosura, abajo de este una mesa y dos sillas, una pequeña habitación de baño al lado de la cocina y una cama individual cerca de una ventana, la luz era poca gracias a las cortinas azules que cubrían dicha ventana. A pesar de la apariencia del departamento, Miguel pensó en como poder decorarlo para sentirlo más "él", comenzó a desempacar, pero vió que no había ningún lugar donde guardar su ropa, así que la dejó en su maleta, ya después pensaría en eso, sacó su celular para revisar que libros tendría que comprar, entré otras cosas... Sería un día un poco largo.
El dinero que traía era lo suficiente como para sobrevivir 6 meses, necesitaba encontrar trabajo si quería seguir estudiando en San Fransokyo; pensó en sus posibilidades y una frase le vino a la cabeza: "transforma lo que te guste en un trabajo", siempre se lo decía su padre, miro su guitarra y recordó el problema que le costó llevarla con él en el avión, una leve risa salió de sus labios- creo que podría dar clases por un tiempo - dijo al viento y decidió publicar un anuncio, por si acaso también pensó en poner propaganda en postes o cosas así.

Por otro lado, un chico de cabellos negros y despeinados se encontraba buscando cosas que hacer aparte de la robótica, jamás pensó decirlo pero ya le estaba aburriendo lo que antes era su pasión... Desde que Tadashi murió ese amor a la robótica se fue desvanecido poco a poco, al igual que los crimenes en San Fransokyo, por lo que no tenía nada interesante que hacer últimamente además de ayudar un poco en el café de su tía Cass. Su interés se concentro en una publicación breve pero clara:
"Te enseño a tocar guitarra o a cantar" .

Y abajo de esté un número telefónico y un precio; era barato, así que Hiro decidió llamar al número, pensó que la música sería un buen medio de entretenimiento en esos momentos y si no lo era, bueno, podría dejar de pagarlo e irse.

-¿Bueno?- contesto una voz al otro lado del teléfono

-¿Miguel Rivera?, Llamó por lo de las clases de guitarra- dió como respuesta, la otra voz se quedó en silencio unos momentos- ¿Lo estoy molestando?- preguntó rompiendo el silencio

-¡No!, Digo, No pensé que fuera tan rápido -lo último lo dijo casi susurrando- Emm... Ahora estoy un poco ocupado, ¿Puede hablar dentro de...-fue interrumpido por el otro joven-

-En el parque de cerezos a las tres, espero verte ahí- dijo casi dando una orden para después colgar.

Miguel no podía creerlo, no habían pasado ni quince minutos y ya tenía su primer cliente, casi soltaba los libros que tenía en su brazo, ya cansado por sostener todo el peso de esos libros, Miguel guardó su celular y le dió apoyo a su otro brazo; Tenía solo 20 minutos para prepararse e ir al "parque de cerezos"... Solo esperaba no perderse.

Para que nadie se entere •H I G U E L•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora