Capitulo tres

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eran las 8:00 a.m., Miguel se encontraba dormido entre papeles, tazas y lápices, cuando un golpe en la puerta lo despertó del quinto sueño. Con molestia se dirigió a aquella puerta de madera desgastada para mirar por la mirilla a la persona detrás de ella, sorprendiéndose de ver al tal "Hiro" con el cabello escurriendo sobre, al parecer fino, traje azul que portaba; tenía una pose arrogante al igual que su mirada fija en un reloj de bolsillo ya muy antiguo y claramente gastado por el tiempo.

El mexicano abrió rápidamente topándose cara a cara con el japo-americano, no pensó que estaría tan cerca...

-¿Qué ha...- Miguel fue interrumpido por Hamada haciendo un tipo de reverencia mientras le pedía perdón, fue extraño pero supuso que era una costumbre suya.

-no quería faltar a su clase sensei- dijo tranquilo pero con un tono de enojo y cansancio a la vez.

-¿sensei?..- dijo el de tez morena confundido por una nueva palabra en su diccionario del japonés.

sin pensarlo dos veces el japo-americano entro a la pequeña habitación y se sentó en la cama apoyando sus brazos en sus piernas.

-Oye, voy a organizar una fiesta, nada en especial, solo asegúrate de traer algo de comer o de alcohol- seguido de esto tomo uno de los apuntes de Miguel y lo arrugo jugando con el como si fuera una pelota, lo lanzaba y lo agarraba en la otra mano.

-¡Deja eso, es importante!...- dijo el de tez morena molesto quitándole la bola de papel-...no voy a ir a tu estúpida fiesta, yo si tengo un futuro por el cual preocuparme...

Hamada lo miro sin interés,- Yo no entiendo porque estudias música, a nadie le importa tu talento o tu "música"...- seguido de esas palabras se levantó y fue hacia la puerta, no sin antes decir-... pero, si quieres tener un futuro considerable... tienes mi número- para después desaparecer por las escaleras dejando al mexicano enojado y a la vez confundido.

-idiota- después de estas palabras cerró la puerta y se dedicó a desarrugar con mucho cuidado la hoja de papel.

Transcurrieron las horas y Miguel solo había tomado un jugo en todo el día, claramente tenía hambre, así que decidió ir por algo de comida. Al abrir la puerta, recargado en una de las paredes, herido, con una botella de alcohol en una mano y la otra sosteniendo su costado derecho, se encontraba Hiro.

-¿Qué haces aquí?- preguntó Miguel algo consternado, -sólo déjame pasar...- contesto el de tez blanca alzando la cabeza mostrando moretones y rasguños-... No tengo donde ir-, el mexicano sin pensarlo lo ayudó a entrar y preocupado preguntó-¿Qué te pasó?-, Hiro lo miro y se sentó en la cama-Bueno...-

Para que nadie se entere •H I G U E L•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora