Capítulo Tres

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Desde aquella noche la peligris no habia abandonado su habitacion, cuando volvieron desde la reunión al reino de la perdición, su padre habia estado ocupado. Nadie hablaba frente a ella de la guerra entre especies, y no dejaban que tuviera comunicación con nadie. Asi que armando se de valor caminó hacia la salida de su hogar y sin permitir que nadie la detuviera, corrió hacia la casa de su mejor amigo. Un chico de cabello azul y de mirada anaranjada salio fuera de su hogar a esperar a la chica antes de que la peligris se le tirara encima, quedando ambos en el suelo entre el jardin y la casa.

Su amistad se remotaba desde la infancia. Ambos iban a todos lados juntos –excepto a las reuniones de los reino– mientras ambos reían, otro peliazul  los miraba seriamente. —«siempre es lo mismo» — pensó mientras rodaba sus orbes violetas y caminaba hacia dentro de su hogar, evitando pararse encima de aquellos chicos que reían como locos en el suelo. Al levantarse, la plateada chica tomó al peliazul por los hombros y le susurro: ven conmigo, te tengo que enseñar algo.

La peligris comenzó a correr, tomando ventaja sobre el ojinaranja, corrieron por toda la aldea de los cazadores. Pasaron rápidamente entre los curanderos hasta pasar por el rincón de entrenamiento.

Cuando llegaron al pozo, ambos chicos miraron que no hubiera nadie alrededor, hasta que estuvieron seguros de que nadie los veia, ambos se agacharon pasando entre los arbustos que tapaban el hoyo en las barreras de contencion que separaban al reino de la perdición y el bosque tenebroso. Los jovenes caminaron lentamente, preparados por cualquier cosa; a un kilometro de distancia, en la copa de un arbol se encontraba su destino: la casa oculta. Ésta fue construida en el año que su bisabuela era el lider de los cazadores. Era secreta, nadie mas que ellos sabia de ella, su madre se las enseñó caundo ambos tenian cinco años de edad, practicamente era un secreto familiar entre las mujeres de su familia.

Cuando ambos entraron cerraron todo, asegurando que nada que pudiera lastimarlos entrase.

—bien, ¿qué es? — preguntó el peliazul una vez sentados en el en sofá color madera en la sala de estar.

La peligris sacó su cámara — pásame el amplificador— el ojinaranja suspiró, se levantó y caminó hacia los gabinetes tomando un espejo ovalado de tamaño mediano con un marco de oro puro. Caminó cuidadosamente hacia la chica entregandolo antes de sentarse, Dlartín tomó el espejo, lo colocó en la mesita de centro acercandolo a la cámara, el espejo comenzó a brillar de un tono azul cielo mientras comenzaron a aparecer fotografías tomadas por la chica.

El chico observó cómo con el dedo índice ella comenzaba a deslizar rapidamente imagenes hasta llegar a una especifica que logró tomar sin que el moreno se diera cuenta.

— Él. ¿sabés quién es? — le preguntó al peliazul quien negó. La chica suspiró — yo tampoco, me descubrió mientras me escurría y cuando me escoltó hacia el salón, todos los magos me miraban cómo si hubiera tomado la corona del Rey Bohdam.  Deylen  le sonrió con picardia a Dlartín, ella arrugó la nariz mientras tomaba un cojín y golpeaba a su mejor amigo — ¡¡no pienses así!! — le gritó.

Deylen trató de liberarse con todas su fuerza del ataque, sin dañar a su mejor amiga en el proceso — ¡Ya cuenta me lo que pasó! — le dijo una vez ya calmados, la joven volvio a tomar el espejo mostrando de manera rápida y automática los dibujos del cuaderno mientras le narraba lo ocurrido, cuando el cazador vió el dibujo de su amiga en aquel vestidos no hizo más que taparse la boca del asombro. — ¡no puedo creer lo, es el vestido de tu madre! — le dijo rapidamente, la peligris asintió. Ella jamas se habia puesto ese vestido en su vida — ...y parece que estas en una especie de ¿altar? ¡oh por el Dios tortura! ¡te ibas a casar, como lo dijiste!— el peliazul siguió maquinando teorías rápidamente — ese cuaderno tiene que ser de alguien que ve el futuro — se levantó y comenzó a caminar en circulos mientras veia el suelo — y por lo que sé, la unica persona que tiene el don es la Reina.

Youngblood: Milenio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora