Reencontrar

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Los personajes no son de mi autoría, simplemente los he tomado prestados para esta historia.

Sabía que no podría hacer frente al futuro a menos que fuera capaz de reencontrar el pasado

Gene Tierney

¿Fueron tres años de espera, ¿no es así, Inojin?

-¿Ahora sabes quién soy?- preguntó con alegría y tomó sus manos con delicadeza mirando sus heridas-. Cambiaste mucho, eso es seguro.

-Hima...- murmuró con dificultad, tragó saliva y preguntó-: ¿Qué haces aquí?

Himawari guardó silencio y ladeó su cabeza pensando en qué decir. No quitó la vista de las manos del otro, y no dejó de pensar qué era lo que pasó al irse, no tenía ni idea de lo qué tenía Inojin, solo sabía- y eso era bastante notorio cuando lo encontró- que no era nada bueno, no obstante, no podía preguntar como si fuesen mejores amigos, los tres años que pasó fuera no fueron tan cortos como quisiera.

-Regresé a cursar mi último año de preparatoria aquí- explicó sonriendo y de nuevo miró las manos del otro haciendo sentir nervioso a Inojin-. Ven, no puedes ir a casa así, mi tía se pondrá muy preocupada y no creo que quieras hablar de esto con ella. Las vendas no ocultarán que te lastimaste de esta manera, pero es algo ¿no crees?

Inojin bajó la vista avergonzado. Lo pensó un poco y en realidad no quería de nuevo a su madre tras de él preguntando qué tenía y aceptó seguir a la chica hasta una zona alejada de un parque. Tomaron asiento en una pequeña banca sin decir nada. Himawari puso su mochila en sus piernas y sacó vendas de una pequeña caja junto con alcohol, además de un poco de algodón. Puso en el algodón un poco de agua y después en la mano de este.

-¿Sabes? Soy la encargada de primeros auxilios en mi clase y siempre tengo que cargar con todo esto, ya sabes, por si alguien se lastima y no es necesario ir a la enfermería- comenzó a hablar tratando de romper el aura de tensión mientras limpiaba su herida-. Es un fastidio, llegué dos días atrás y mira en lo que me he metido, pero ya sabes, no puedo decir que no si se trata de ayudar.

-No tienes que actuar como si esto fuera normal, sé lo que piensas- dijo fastidiado al fin de todo ese contexto de incomodidad-, dilo ya.

Ella ignoró su comentario y siguió con su trabajo fingiendo tranquilidad. Finalmente acabó en silencio y guardó sus cosas.

-No quiero saber qué te sucede, y si pregunto no me lo dirás, lo sé- dijo como si fuera obvio y luego sonrió-. Olvidemos esto, ya es demasiado raro todo esto y mejor hablemos de otra cosa, tres años pueden ser mucho para ambos, pongámonos al día.

Los dos no dijeron nada, ya era bastante incómodo tratar de hablar después de lo que sucedió, sin embargo; Inojin llegó a la conclusión que si no hablaba él, Himawari se pondría a preguntar aunque ella dijese que no lo haría, la conocía muy bien.

-¿Aún dibujas?- cureoseó con sinceridad.

Si de algo estaba seguro, era que ella hablaría sin parar de manera emocionada e incluso esperó que le enseñase uno de sus dibujos y le explicará las técnicas que uso en cada uno. Eso quiso creer, pero no recibió ninguna respuesta, en cambio, lo miró con seriedad antes de bajar la mirada.

-Lo dejé...- miró a sus pies y suspiró con pesadez.

-¿Por qué?- preguntó sin pensar para luego arrepentirse, pero la menor siguió hablando.

-Porque...bueno...alguien me obligó a hacerlo, no le gustaba que...llamara la atención.

-Una mala persona.

-No, no lo era, solo trataba de proteger a la persona que quería, creo que así es- explicó algo divertida-. O eso es lo que recuerdo que ella decía, no recuerdo muy bien.

Inojin sonrió un poco al descubrir que aquella sonrisa no era mas que una falsa y una máscara para protegerse, no era tan difícil descubrir que en sus ojos se reflejaba tristeza, esa que sabes que está ahí, pero también sabes que no puedes dejar que nadie la descubra por miedo a que puedan juzgar tus sentimientos. Finalmente llegó a la conclusión que Himawari había crecido, y una parte de eso lo asustó, la pequeña niña tierna que recordaba alegre por todos lados y siendo el Sol de todos en sus vidas, se había apagado un poco, temía a la terrible idea de que eso hubiese sido su culpa.

-Me tengo que ir, no quiero tener problemas- avisó de pronto levantándose y sacando a Inojin de sus pensamientos.

-Bien, te acompaño al otro lado- decidió más tranquilo.

Los dos caminaron en silencio, realmente no tenían nada que decir después de lo dicho. Esperaron poco para que el semáforo diera luz verde y así ver que Himawari cruzaba la calle. De pronto ella detuvo sus pasos y volteó a verlo una vez más con una sonrisa.

-¡Nos vemos luego, Inojin!- exclamó emocionada cruzando la calle.

Inojin negó con la cabeza divertido. ¿Cuánto tiempo pasó desde que alguien se despedía de él de esa forma? Claro, desde que ella ya no estaba, sin dudas tenía que admitir que un girasol no se comparaba a nadie y no podría ser reemplazado, pensó, y de nuevo la culpa lo invadió. Ahora sentía el miedo en todas partes, el miedo que tanto ocultó por tantos años se mostraba al fin para recordarle todos sus errores que lo lastimaban día tras día y no lo dejaban dormir; aquel miedo que lo convirtió en un cobarde y así alejar la posibilidad de que el girasol floreciera cerca de él.


Tu única misión y la última carta que te dedicaré será esto, sé que lo harás, eres demasiado amable y eso es lo que siempre admiré de ti.

Recuerdale lo que no debió hacer, tiene que sentirse culpable ¿Podrá una adivina decírselo? No, serás tú que le recuerde al verte, llega temprano a ese lugar. Pensarás que soy una mala persona, pero por un momento confía en mi, ¡por favor! Es la oportunidad para restaurar el desastre que he ocasionado.

La lista te esperará en manos de alguien más...

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¡Hola! Espero que este capítulo haya sido de su agrado, y agradezco también a los que leen esta historia; son los primeros impulsores de este pequeño proyecto.

Un abrazo a la distancia y les deseo ¡un lindo día!

Luna 🌙

La lista para perdonarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora