Los personajes no son de mi autoría, simplemente los he tomado prestados para esta historia.
La vía para la libertad está llena de girasoles.Martin Firrell
Número uno: Una adivina, sí, tienen que ir con una, creerán que es una tontería, por supuesto, él no cree en esas cosas, pero prometo que irá, verán que será divertido, tal vez me estoy equivocando, suele ser un poco quisquilloso con casi todo. No importa, solo llevalo ese día.
Este será el principio de todo. ¿Estás lista para que Inojin sea libre?
—El amor está tan cerca de ti— decía acariciando su mano con suavidad— ¿Qué será esto?
—¿Qué es?— preguntó fingiendo interés.
¿Cómo había llegado ahí? Se preguntaba, sintiéndose incómodo a que lo tocaran, pero ya lo recordaba, era la culpa de dos personas, que en ese instante lo miraban con una pequeña sonrisa. Cansado de todo lo que la anciana decía, quitó su mano bruscamente y se levantó.
—Olvidelo, esto es una pérdida de tiempo— dijo molesto caminando para la salida.
—Un girasol, una semilla que no dejaste crecer— susurró la adivina que recibía su pago con una sonrisa.
Inojin no dijo nada, a pesar de que tenía preguntas que sin duda no lo dejarían dormir, salió del local y caminó a prisa recordando que esas cosas no existían.
—¡Inojin, espera!— gritó una chica morena.
—¿Qué más quieres? Ya he venido a ese ridículo lugar— escupió con desesperación girando para encararla.
—No lo hacemos por nosotras, lo hacemos por tí— explicó Sarada con temple serio.
—¿Y qué mierda tiene que ver una adivina?— preguntó acercándose a ella.
—Ella...ella quería que vinieras aquí— dijo Chou Chou nerviosa—. Estaba en su lista.
Él las miró fijamente comprendiendon todo, y sonrió, eso era era lo único que podía hacer para detener las lágrimas que sentía venir. Era verdad, esa lista no era un juego y sí existía, era algo que no lo dejaría avanzar por algún tiempo ¿Lo haría hacer todo lo que odiaba?
Sarada se acercó a él, pero Inojin se alejó al instante.
—No quiero que hagan esto, de ahora en adelante ignoren esa maldita lista— sentenció con frialdad y dio media vuelta.
—¡El martes a las cinco en casa de Boruto!— gritó Sarada que fue ignorada por él.
Caminó más rápido hasta perderlas y se adentró a un pequeño callejón. Ahí y sin que una persona lo mirase, por fin se rompió a llorar. Sollozaba sin que nadie pudiera consolarlo, y eso era porque, claro, todos a los que creía sus amigos lo habían dejado solo, todos ellos se refugiaron en su culpa sin entender que él era el único culpable del dolor que llevaban consigo. Nunca podría pedir algo a las personas que alejó tanto tiempo, no, no tenía derecho después de lo que— sin duda— no debió hacer.
—¿¡Por qué eres así?!— gritó al mismo tiempo que golpeaba con los puños la pared una y otra vez— ¡¿Por qué me dejaste con todo esto?!
La sangre comenzó a expandirse por sus nudillos para luego caer al suelo en pequeñas gotas. Odiaba esto, odiaba estar solo, y sobre todo; odiaba alejar a los demás.
—¿Estás bien?— preguntó alguien mirándolo desde lejos.
—Vete— ordenó sin mirar.
—Sal de ahí, Inojin, por favor.
El aludido volteó a mirar quién era y sonrió con ironía, ahí estaba una pequeña niña que lo observaba con seriedad ¿Qué se creía? Se acercó a ella, pero no pudo avanzar más, esas marcas en sus mejillas y el color azul en sus ojos, no lo dejaron seguir.
Lo que más temía era que el girasol apareciera, sin avisar, prestando atención al opaco Sol.
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La lista para perdonar
Fiksi PenggemarElla ha dejado una lista para enmendar sus errores, una lista que Himawari e Inojin deberán cumplir para recuperar lo perdido; para poder ser libres de nuevo. La lista será una disculpa por parte de ella. ¿Himawari podrá recordar? ¿Inojin podrá deja...