Tae una ninfa rebelde abandona su hogar en el bosque y sale al mundo con el propósito de utilizar su poder y sentirse útil. Pero no estaba en sus planes encontrar a ese deteriorado ser, podrá salvarlo y evitar que caiga en la más profunda oscuridad...
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Todo el día se la pasaron disfrutando de sus cuerpos, devorándose el uno al otro. Cayendo rendidos en un profundo sueño, abrazados, amando el calor del contrario.
Hasta que llegó la noche y Jin despertó sintiéndose hambriento de pronto, con sumo cuidado de no despertar a su amada ninfa, se levantó, se puso un pantalón de chándal y salió en busca de su reserva de sangre en la nevera, sentado en el sofá se sirvió en su copa mirando el cielo estrellado.
Esa noche se veía tan tranquila, las estrellas brillaban pese a que la luna estaba en cuarto menguante. Sin darse cuenta acabó con el litro de sangre más rápido que de costumbre, aún sintiendo apetito fue por más.
Camino al refrigerador se encontró con Tae que estaba en el umbral de la puerta arrastrando la sábana mientras sobaba sus somnolientos ojos.
—Me dejaste solito— reprochó Tae haciendo puchero con su voz ronca.
Jin dejó la copa en el mesón y se fue rápidamente al lado de Tae, sin poder resistir esa actitud tan tierna que calentaba su corazón, lo abrazó.
—Tenía hambre, perdona — dijo depositando un beso sobre el zafiro que adornaba esa linda frente, aferrándose más a ese cuerpo, a su calidez.
—Pero, puedes comerme a mi — dijo Tae alejando su cabeza del cuello de Jin.
El vampiro lo miró sorprendido, no se esperaba esa respuesta que extrañamente le sonó más seductora de lo normal.
—De… ¿de qué hablas? — logró balbucear.
—Tu te alimentas de sangre ¿Verdad? Entonces puedes alimentarte de mi — dijo haciendo a un lado su cabeza, ofreciendo su cuello.
Jin al verlo sintió su apetito crecer más, una cosa esa morderlo al tener sexo, cuando hacía eso, Jin no succionaba su sangre, solamente le inyectaba un afrodisíaco que aumentaba la excitación en su pareja y en él al lamer la herida para curarla.
Pero, beber su sangre para alimentarse, eso no lo había imaginado y ahora que Tae se estaba ofreciendo en bandeja de plata, le estaba costando controlarse.
—Hace tiempo que no bebo la sangre directamente, tengo miedo de no poder parar— Jin estaba aterrado a la vez que luchaba con sus deseos de beber de ese delicioso cuello.
—No tengas miedo, soy una Ninfa después de todo, mi sangre es diferente — Tae acariciaba su cuello tentando más al vampiro — Soy resistente y de seguro más sabroso que todo lo que hayas probado, si tu miedo es que no podrás parar, no te preocupes lo harás yo te controlaré — dijo lo último lamiendo sus labios dibujando un zigzag en su cuello con sus dedos.
Jin no pudo resistir más ante esa confesión, sus colmillos le picaban.
En un impulso se lanzó a su Ninfa y clavó sin piedad sus colmillos en la suave piel de Tae quien al sentir la invasión soltó un gemido acompañado de un leve dolor.
