22 🥀 Misora

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Día Siguiente

-L, ya he llegado a la escena del crimen - anunció Naomi Misora por teléfono.

-Muy bien - respondió L, mediante su voz alterada que tanto caracterizaba al detective. La noche anterior, había contactado con aquella agente del FBI para que la ayudase con el caso Wara Ningyo.

-Vale, ¿qué hago ahora? - Preguntó ella.

-¿Está dentro o fuera de la casa? - Dijo él.

-Fuera, en el jardín - explicó ella.

-Bien, pues entre en la casa - pidió L. - Debe estar abierto. 

La agente abrió la puerta y se adentró en la casa. Subió las escaleras y llegó a la habitación en la que se había cometido el crimen.

-L, según los documentos que me envió ayer, esta escena ya ha sido estudiada. ¿No es un poco perder el tiempo que yo esté aquí? - Preguntó Misora.

-No - negó él. - Quiero que encuentre lo que la policía no encontró. Necesito descubrir la unión de los asesinatos o, al menos, alguna pista.

La agente se sintió un poco abrumada. Ya habían pasado dos semanas desde que se cometió el crimen. Si había alguna pista, seguramente ya habría desaparecido. ¿Qué podía hacer ella? Naomi miró la habitación detenidamente durante un rato, pero no veía nada importante.

-Por cierto, señorita Misora, ¿qué tipo de persona cree que ha cometido los asesinatos? - Preguntó el detective por curiosidad.

-No... no es normal - murmuró ella. - No por haber asesinado a tres personas, sino porque la manera de hacerlo es muy distinta y porque no intenta esconderlo.

-¿A qué se refiere? - Preguntó L.

-Por ejemplo, las huellas dactilares. No se ha encontrado ni una sola en las escenas del crimen. Han sido completamente borradas. Pero me refiero de manera exagerada. Borró todas las huellas de la casa, tanto las suyas como la de las víctimas y las personas que vivían con ellas - explicó la agente. - Hasta ha limpiado los casquillos de las bombillas. Eso entra en el campo de lo anormal.

-Sí, eso pensaba yo - dijo la robotizada voz del detective. - ¿Opina algo más del criminal?

-Veo que le interesa mucho el asesino, más que el crimen - observó la agente. - ¿Suele ser así en el resto de casos?

-No, en los crímenes lo de menos es el criminal, pero en esta ocasión, lo que más me interesa es el asesino en sí. Ya habrá visto que no entra dentro de mis parámetros normales y que no estoy usando ninguna fuerza de inteligencia como el FBI o la CIA - contestó L. - Así que, ¿qué opina del asesino?

-No soy perfilista, pero lo que puedo decirle por experiencia es que se trata de una persona con mucho odio en su interior. Según muestran los cadáveres, tiene experiencia en el campo del asesinato. Lo más complicado a la hora de cometer uno es matar a la persona, no es tan fácil acabar con una vida humana, pero parece que él no tuvo ningún tipo de complicación - explicó la agente. - Es una persona que ha tenido un odio interno desde la infancia y, ahora por alguna razón, se ha desatado.

-No está nada equivocada - respondió L. - Gracias, señorita Misora.

-Volviendo al tema de antes - empezó a decir ella. - No creo que yo pueda hacer mucho hasta que el criminal cometa un error, y me da que eso no va a pasar.

-Creo que este asesino está dejando un rastro a propósito - mencionó L. - No lo digo por los muñecos, sino por una carta que envió a la comisaría de policía de Los Ángeles.

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