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El frío invierno lentamente iba llegando a su fin, con eso, el clima mejoraba cada vez más y el sol estaba presente más seguido.
Ya casi no había rastros de nieve, por ende, el suelo y árboles volvían a su característico color verde.
Con la cuerda de Tonton en mano, la niña caminaba tranquilamente. Tsunade y Shizune iban adelante, buscando un sitio con sus miradas.
—Aquí es.— afirmó la Senju, captando la atención de las otras.
La antes nombrada, se adentró aquel local, seguida por la pequeña peliblanca pero la mayor la detuvo.
—Alto, mocosa.— frunció el ceño, se inclinó y su puso su dedo índice en la frente de la niña.—Este lugar no es para bebes.— advirtió.
La niña la miró confundida.
—¿Por qué?— inquirió con inocencia, ignorando el término "bebe".
—¡Shizune!— Llamó ignorando su pregunta, y así adentrándose.
—¡Si!— contestó de inmediato.
—Entra.— la pelinegra pareció dudar si obedecer o no, lo que no pasó desapercibido por la mayor.— La niña puede ir a recorrer el pueblo, mientras.— habló restando importancia. Shizune suspiró y ambas entraron.
La niña infló sus mofletes indignada. Ya no era una bebé según ella.
—Vámonos, Tonton.— habló ofendida.
Ambas comenzaron a caminar por los los caminos repletos de personas. La niña no pasaba desapercibido, no era muy común ese tipo de cabello; lo cuál intrigaba a las demás personas.
Con su brazo limpio las gotas de sudor que iban cayendo por su frente. Cómo había dicho anteriormente, el invierno iba llegando a su fin. La ropa abrigada y el resplandeciente sol, la acaluraban.
Paro de caminar, y miro sus pálidas manos.
—¡Katon: Gōkakyū no jutsu!
Levantó la mirada hacía los niños que jugaban. Este hizo sellos con sus manos, para luego soplar; la niña miró confundida, no había sucedido nada.
Con sus manos imitó al niño, y nada sucedió. Suspiró.
