O1O. ′Final.

279 35 12
                                    

Julieta.

Me removí en mi asiento incómoda, nerviosa y frustrada. —¿Hace cuánto?—
preguntó Nicole con lágrimas en los ojos.

—Hace...— Tomás suspiró. —Tres años.

Mi amiga soltó una risa amarga.
—Casi toda nuestra relación.

Asentí cabizbaja, estaba muy avergonzada. —¿Porqué? ¿Porqué, Julieta? Se suponía que eras mi amiga, se suponía que me querés.

—Lo hago, Nicole. En serio.

—¡No!— gritó parándose y me sobresalté. —¡Basta de mentiras! ¡Basta! Siempre vos fuiste la insegura del grupo, buscando que todos te den su atención para no sentirte menos, por eso le robas todo a los demás.

—Pecas...— murmuró Tomás.

—Vos callate hijo de re mil puta.—

Este levantó sus manos con inocencia y Pecas me miró. —No puedo creerlo, no de vos. Siempre pensé que te encantaba vernos juntos, veo porqué. Te encantaba cagarte de risa en mi cara.

—No, Nicole...— dije apenada. Sentí su mano impactar con mi mejilla y cerré los ojos, ahí fue cuando exploté y me levanté empujándola contra el sillón.
—Basta, me canse. Fuiste mi mejor amiga, pero siempre viví bajo tu sombra, siempre trataste ser mejor que yo ¡Siempre! Sabias que estaba perdidamente enamorada de Tomás, pero te chupó un huevo. Sabias que me sentia horrible conmigo misma, pero te chupo un huevo. ¡Me tenés cansada! Bajate de tu nube de vida perfecta.

Tragó saliva, las lágrimas de sus ojos amenazaban en salir. —Julieta, calmate...— escuché que dijo el peliverde.

Me di vuelta, para enfrentarlo a él.
—¿Y vos?— reí irónica.
—Tanto tiempo viviendo de tu falso amor, creyendo tus mentiras. ¿Cuantas veces te ayudé? ¿Cuantas veces te entendí? ¿Cuantas veces deje que me lastimaras?— desvió la mirada.
—Sos un hijo de puta, eso es lo que sos. Nunca te importó nada más que mi culo, lo ciega de amor que estaba y como te cogía.

—Por favor, calmate.— me agarró del brazo intentando abrazarme pero lo alejé.

—No me calmo nada, estoy agotada. Física y emocionalmente, los dos, me destruyeron todo. Todo.

Tomás tragó saliva, mientras que Nicole solo estaba ahí, con su cara entre sus manos mientras lloraba.

Encima, de daba el tupe de llorar. Después de saber todo lo que me lastimó, todas las veces que tuve que comportarme de cierta forma solo por estar con ella, de como vestirme, con quien estar, como ser.

—No me queda más que decirme que espero que puedan cortar esto acá y ser personas sanas, porque ninguno de los dos se hace bien estando juntos.— solté antes de cruzar la puerta rápidamente, aunque sentía a Tomás perseguirme detrás.

—¡Por favor, Julieta! No podes hacerme esto.— me agarró del brazo con fuerza.
—No me podes dejar.

—Sí puedo.— caminamos hasta afuera del edificio y me abracé cuando sentí el frío golpearme.
—Basta Tomi, en serio.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, apretó el agarre de mi brazo. —Te amo Julieta, acabo de destruir una relación de años por vos.

—Porque se dió cuenta sino... Todo seguía igual.

Juntó nuestras bocas pero lo alejé.
—No, basta. Basta de querer hacerme daño, basta...

—¡Basta vos, Julieta!— empecé a llorar.
—¡Te amo! ¿Tanto te cuesta entenderlo? ¿Tanto vas a odiarme por ser la segunda tanto tiempo? Siempre quise que fueras mía, pero Nicole siempre fue un obstáculo que no pude superar.

—Ya esta ahora, Tomás. Todo se terminó.

—No podes decirme eso.

Lo agarré de la cara. —Tenemos que cortarla, no podemos seguir lastimándonos... A nadie, ni a Nicole, ni a vos, ni a mi.

—Julieta...

—Es lo mejor.

—Lo mejor para vos, no pensas en mi.

—Pense en vos tanto tiempo, que deje de pensar en mi. Me lastima.

—Perdón... Te amo, perdón por todo.

—¡No!— lo empujé, haciendo que retroceda varios pasos. —Ya me cansé, ya está. Te amo, creía que eras el amor de mi vida pero tengo en claro que no lo sos. Gracias por este tiempo juntos, gracias por todo. Pero es momento de que empiece a pensar en mi.

Lo dejé ahí. En una fría tarde, sintiendo el dolor recorrerme el pecho. No podía dejar de llorar y es que, después de años, había dado por terminado algo que creía como una adicción.

Ya no debía esconderme, ni ser una persona que no era.

Podía ser yo.

No dependía emocionalmente de nadie, solo de mi.

Y aunque Tomás fue una parte importante en mi vida, nunca sería igual.

Porque ¿Cuántas veces yo lo había amado más que a mi?

F i n.

¿cuántas veces? | croazzu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora