14. Rose

165 15 2
                                    

Después de una plática con Adrian acerca de que dejó sus píldoras que le impedían usar el espíritu por que quería ayudar a la investigación que hacia Lissa sobre éste, discutimos por qué le dejé en claro que Jill estaba en peligro al ser su Shadowkiss pero me aseguró que lo usaría con moderación y se lo diría al igual que Sydney ya lo sabe y está de acuerdo siempre y cuando no lo use al punto de volver a sus vicios.

Estaba cansada mentalmente sobre la noticia pero aún así no dejé que se me notara y recibí lo mejor que pude el entusiasmo de Lissa sobre ir a la Plaza Roja y así lo hicimos, después de el medio día cuando estaba por ponerse el sol visitamos y paseamos Liss, Sparky, Alan y yo.
Lissa quería comprar algo en cada tienda que veía y yo tratando de seguirle el paso, por qué aún que no lo crean estaba tan emocionada que caminaba a mil por hora que cuando regresamos quedé exhausta.

Todos estaban en la sala jugando al póker cuando llegamos y lo primero que hice fue desplomarme en un sillón donde estaban sentada Jill, y se rió al ver mi expresión.

–No volveré a salir con Lissa– dije cerrando los ojos.

–¿Qué tanto hicieron?– preguntó mi madre al ver todas las bolsas de compras.

–No le des cuerda– gemí al ver que Lissa empezaba a platicar.

Alguien puso una taza enfrente mío.

–Es chocolate caliente– me dijo Abe dejando la taza en mis manos.

Lo probé y estaba buenísimo, me preguntaba si lo había hecho él.

–Veo que se divirtieron– dijo con una sonrisa burlona al ver mi cansancio.

–Ni que lo digas–rodé los ojos pero aún así con una sonrisa.

–Belikov llegará dentro de una semana– dijo Abe con una mirada que no supe descifrar.

–¿Por qué?¿Pasó algo?– fruncí el celó confundida ya que se supone que llegaría hasta dentro de dos semanas.

–No nada pasó, solo que ya no lo necesitan allí– bebió de su taza.

–Hey Rose– sonrió Eddie–Te nos unes al juego–

–Claro– dije tomando las cartas necesarias–Van a perder–

–Lo dudo– dijo Adrian con una sonrisa lo cual hizo que mi confianza titubeara por qué era un maestro en todos los juegos de azar pero eso no hizo que me rindiera tan fácil.

–¡Oh si!–sonreí triunfante–Les gané–

–No es justo– dijo Jill.

–Mierda– maldijo Christian.

–No otra vez– exclamaron al unísono Sydney, Mikhail y Eddie.

–No puedo creer que ganaras– me dijo Sonya.

–No volveré a jugar contigo– sacudió la cabeza Mia.

Mi madre no dijo nada, me sorprendió mucho cuando dijo que jugaría. Lissa no quiso jugar y mejor fue arriba con André.

–Toma– me dio Adrian el dinero que apostamos ambos.

–Soy la mejor– me paré para comer una rebanada de pizza que preparó Christian y no le quedó nada mal.

Le voy a decir a Rose que mañana vayamos a patinar en hielo.

Me paré en seco. Había sido mi idea o... ¡no!es ridículo, el vínculo no existe desde hace cinco años.

Se me olvidó decirle que la reunión de la propuesta sobre magia ofensiva es regresando a la corte,se lo diré más tarde.

Eso seguro que no fue mi imaginación.

El vínculo volvió.

¿Pero como?

Y recordé que hace menos de un mes me había curado una pierna cuando se me cayó un jarrón encima y quedaron los cristales incrustados en la piel.

¿Pero no era posible... o si?

–Rose–me llamó Adrian–Quiero la revancha–

Fingí una sonrisa y me dirijo con todos.

Linaje restauradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora