17.Rose.

206 20 5
                                    

Pasaron los días entre salidas, bromas, mañanas de paciencia para enseñarle varias formas de combate a Adrian y noches junto a la chimenea.

Faltaban 10 días para navidad y la emoción de Lissa no caía nunca, todavía no le decíamos a nadie que el vínculo había vuelto; Dimitri había llegado hace apenas dos días y se comportaba extraño, hablando por teléfono a escondidas y cada vez que entraba a la habitación cuando veía su laptop la cerraba abruptamente tratando de distraerme, cosa que me empezaba a preocupar y a molestar de cierta manera, mañana se suponía que iríamos a Bahía con su familia por unos días y esperaba ver si seguiría su comportamiento así conmigo.

–Adrian por última vez–gruñí–Deja de tener miedo de golpearme.–

–Me la vas a regresar–se quejó—y más fuerte—

–Estamos entrenando–rodé los ojos.–De eso se trata, tú me golpeas yo lo devuelvo y tratas de defenderte–

–Lo entiendo– se puso en posición defensiva–Tampoco soy idiota– me lanzó una patada que me golpeó en mi costado derecho y trate de golpearlo pero logró esquivarlo.

Por lo menos ya vamos avanzando.

–¿Sabes? Es curioso que me entrenes para pelear con Christian y a él lo entrene Dimitri– dijo inclinando la cabeza a donde estaban, tratando de no reírme por que en el pórtico de la puerta estaban todas las chicas viéndolos aun que más bien veían a Dimitri que traía puestos unos pants y una playera ligera que se amoldaba a su cuerpo perfectamente dejando que se marcara su trabajado abdomen, aunque hacía frío ya llevábamos entrando desde hace un rato haciendo que sudemos y entremos en calor. Recuerdo que ayer en la mañana que me burlé de todas por estar viendo a Dimitri.

–¿Se cansaron de sus esposos?– me burlé mientras tomaba una botella de agua de la banca donde estaban sentadas.

–Adrian puede ser guapo pero no estoy ciega como para ver lo sexy que es tu marido– se rió Sydney a lo que las otras asistieron.

–Christian también puede estar ejercitándose pero jamás estará como Dimitri–habló ahora Lissa.

–Eso es cierto–sonrió Mía.

–Es el más guapo de todos aquí–se sonrojó Jill.

–Y sexy- levantó las cejas con picardía Lissa lo que me provocó una carcajada.

–Eso no lo niego– le di la razón.

–Hey–pareció Sonya–No se cansan de verlo eh–

–¿Tu también?– le pregunté divertida.

–Oh yo no–río –Estoy bien–

–Es enserio Jill– gritó Eddie desde donde estaba

–Yo nada más los estoy viendo entrenar–gritó de vuelta.

–Cierto–también gritó Lissa.–Eres Tu el que saca otras conclusiones.–

–Son muy obvias–ahora gritó Christian.

–Cállate Ozera–lo señaló Mía.

A este punto estaban haciendo sonrojar al pobre de Dimitri, así que me acerqué a él para besarlo brevemente en los labios.

–¿Sabes lo sexy que te ves así?–le susurré muy bajo al oído para que no nos escuchara Christian que estaba a unos pocos pasos de nosotros, tal vez escucharía una palabra con su sentido más sensible que poseían todos los moroi.

Linaje restauradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora