La noche había sido interminablemente larga.
Luego de entregarle el pequeño detalle que tenía para Zemre por su cumpleaños (lo que no fue nada agradable para ella), Caelum regresó a su habitación, donde se hospedaba aquella chica de la cual ni siquiera sabía el nombre.
La joven yacía tendida en su cama, con una agenda aferrada a su pecho. Su respiración era lenta y pausada.
El platinado se preguntaba cuándo despertaría, aunque no negaba que prefería tenerla de aquella forma: dormida, sin hacer preguntas y sin tenerla tan pegada a él.
Su acercamiento le causaba raras sensaciones que él no había experimentado en mucho tiempo.Caelum centró completamente su mirada en la figura de la joven, y aprovechó para obsevarla y analizarla minuciosamente y, para su sorpresa, se encontró admitiendo lo inusualmente hermosa que era ante sus ojos.
Él no recordaba haber visto antes una Cagmim tan bella y agraciada como esa chica. Sabía perfectamente que no tenía ningún tipo de poder en su sangre, era completamente corriente en el buen sentido de la palabra, pero percibía en ella tanta inocencia, delicadeza y valentía que la hacían ver como alguien que necesitaba que la protegieran de la mierda del mundo.¿Quién eres?
¿Porqué apareciste?
Esa joven gozaba de una belleza sin igual, y él no podía permitirse caer ante eso. Pero aún sabiendo aquello, algo en su interior le decía, le advertía, que tenía que estar a su lado, y aquél inusual instinto protector se activaba con solo pensar en que algo podría ocurrirle a la pequeña figura durmiente de su cama.
¿La razón? No lo sabía. A está altura, había muchas cosas a las que Caelum no tenía respuesta y eso le jodía en grande.
El rubio recordó el claro temor que se había plasmado en los ojos de la joven horas atrás, pero aquello no era lo que le preocupaba exactamente, sino que lo que lo inquietaba era la leve presión que sentía en su pecho por recordar eso.
Negó lentamente y sintió como una molestía se instaló dentro de él.
Él no creía en el amor y en todas esas tonterías, ni en las leyendas de salvación que lo involucraban.
El amor no era más que una técnica mortal. Trucos. Eran trucos para causar debilidades.Y Caelum no tenía debilidades.
El joven soltó un pesado suspiro cruzándose de brazos, sin despegar su mirada de la castaña, mientras a su mente volvían las palabras que ella dijo en el estacionamiento cuando prácticamente lo había acorralado.
«No puedes irte»
«No ahora que te encontré»
¿Encontré?
¿Qué rayos quiso decir con eso?
¿Ella lo conocía?
Eso no podía ser.Caaelum estaba completa y absolutamente seguro de que jamás en su vida había visto a la Cagmim y, si lo hubiera hecho, estaba a seguro de que no la habría olvidado.
— Deberás irte, torbellino. Lejos. Lejos de mí.
Aquello era un tanto cómico, porque exactamente de esa forma ella apareció y entró en su vida. O mejor dicho, irrumpió. De repente, sin pensárselo ni analizar la situación, desordenándo aún más su jodida y complicada vida, justo un torbellino.
Pero así de rápido como llegaban, también se iban.Y él sacaría a ese torbellino de su vida.
Además, en el muy remoto caso de que la hubiera conocido antes, la vida de ellos y de cualquiera en Lexuerd era un infierno y no pensaba involucrarla en eso.
— Demonios... —Farfulló, desordenando su cabello.
Su cabeza estuvo en otra parte y no se había detenido a pensar en todo lo sucedido.
Ella lo había visto utilizando sus poderes. Ella había visto todo aquel enfrentamiento. Ella había visto todo lo que no debía ver.¿Qué se suponía que debía decirle a un Cagmim en esa situación?
Caelum notó la mueca de dolor que se formó en el rostro de la castaña y él sabía que se debía a la herida de su brazo que él mismo había provocado.
Algo en su interior maldijo.
Salió de su habitación rápidamente y atravesó todo el largo pasillo. No se molestó en llamar a la puerta, sino que entró de golpe a la habitación de Zemre.
La morena subió la mirada de su laptop y la fijó en el recién llegado.— La chica.
— ¿Despertó?—preguntó ella.
— Esta herida. Creo que se lastimó el brazo.
La morena pudo notar una leve preocupación reflejada en el semblante de su amigo. Era mínima, pero ella lo notaba.
— Necesito que la revises.
— Cael...
— Solo hazlo, Zemre — la cortó, saliendo de la habitación antes de que ella le soltara algún sermón.
Al sentir la presencia de su amiga salir detrás de él, advirtió: — Y no preguntes.
Segundos después, Zemre ingresó a la habitación, pero antes de centrar toda su atención en la joven que tenía que atender, llevó su mirada a Caelum.
El rubio trataba de mantener una expresión neutra, como usualmente hacía, pero Zemre podía notar su cuerpo en tensión, y aquello no pudo parecerle insólito .
La morena hizo un ademán para indicarle que no hiciera ningún ruido.En respuesta, Caelum se mantuvo silencio y se cruzó de brazos, recostando un costado de su cuerpo contra la pared, mientras se dedicaba a observar cada movimiento efectuado por la morena.
Zemre tomó cuidadosamente el brazo herido de Laneya y comenzó a mover su mano por encima de éste a la vez que repetía un hechizo completamente inaudible para cualquiera que no fuera bruja.
A los segundos, una luz plateada envolvía poco a poco el brazo de Laneya cada que Zemre pronunciaba las palabras del encantamiento.Caelum era conciente de la gran bruja que su amiga era, al igual que Anne, en cuanto a los dominios de la magia blanca y arcaica se trataba, por lo que confiaba plenamente en sus habilidades.
Se alertó al escuchar un leve quejido de dolor por parte de la ojiverde.
Ahora no confiaba tanto.
— La estás lastimando —gruñó.
— La estoy ayudando —objetó Zamre —. Así que tranquilízate.
El rubio salió rápidamente de la habitación porque no podía soportar aquello.
Negó lentamente, dejando escapar un pesado y lento suspiro.
No sabía qué estaba pasando con él. Ni siquiera sabía exactamente porqué, de repente, le importó le herida de esa chica o peor, porqué había buscado a su amiga para que la ayudara.No tenía ni un coño de idea de porqué se estaba comportando de esa forma, pero sea lo que fuera era inaudito. Irreal. Aquello era irreal para él, que muy pocas veces reaccionaba de aquella forma, sobre por todo por las personas desconocidas.
— Despertó. — La voz de Zemre saliendo al pasillo lo sacó de sus pensamientos .— Y está asustada.
Caelum se incorporó e ingresó a la habitación de inmediato, sin dejar que la morena agregara algo más.
Zemre chasqueó la lengua, sin dejar de mover su cabeza de un lado a otro con desaprobación.
Debes sacarla de aquí, Caelum.
Debes hacerlo.
La mandíbula del rubio se tensó en cuento escuchó la voz de la bruja en su mente.
Él sabía que tenía razón. Debía alejar y olvidar a esa desconocida que incluso hasta dormida era capaz de joderlo.
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Bajo tu mirada
FantasyMuchas personas se preguntan qué es el amor verdadero. Ese sentimiento que llega y te cala en lo más profundo de tu ser que hasta sientes que podrías dar la vida por esa persona que lo provoca. Laneya Altamirano siempre se preguntó sobre la verdader...