Capítulo 1

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen. Todos los derechos están reservados por Disney y Lucasfilms. Sin fines de lucro.

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Iris / Construir

Rey era nueva en aquella ciudad. Se había convertido en la típica habitante de Jakku que había huido de su pueblo natal para trasladarse a Naboo, la bella ciudad prometida en donde todos triunfaban y donde esperaba le sucediera lo mismo o por lo menos estar más tranquila. Había abandonado su trabajo en un periódico local de Jakku, gracias a que su desagradable jefe Uncar Plutt, había cruzado la línea queriéndose propasar con ella un día que había llegado totalmente borracho a la redacción. Rey había tomado la decisión de dejarlo todo y mudarse para olvidar aquel mal rato y empezar de nuevo. De todas formas, siempre pensó que estaba desperdiciando su talento en aquel periódico amarillista en donde sólo se le obligaba a escribir chismes de los locales y no a atender verdaderamente lo que ocurría en la ciudad como crímenes, contrabando, esclavismo y discriminación al por mayor. Parecía que la gente que vivía ahí –que por supuesto estaba al tanto de todo lo que pasaba en sus narices-, no estaba interesada en cambiar su estilo de vida y Rey estaba harta de ello. Hacía tiempo que su padre adoptivo, Obi había fallecido, así que había decidido dejar ese pueblo que solo le provocaba dolor y soledad. Así que había tomado sus maletas y sus pocas pertenencias porque lo demás en casa lo había vendido, se fue a Naboo, alquiló un departamento pequeño pero ideal para ella y se dedicó a buscar trabajo en alguna editorial o periódico. Había estudiado periodismo y le apasionaban los crímenes, los acertijos, las pistas y sobretodo la verdad. A veces se decía que si en su pueblo hubiera habido la posibilidad de haberse formado en una carrera policial a lo hubiera hecho, pero sabía de sobra que en el mundo había demasiada corrupción y ella no podía con eso. El periodismo le ofrecía aquello que el asunto policial no, de una forma un poco más libre: El criterio. Si bien debía obedecer órdenes de alguien superior, a los redactores y reporteros se les daba cierta libertad para hablar y posar sus ideas para informar a la gente y que ellos se formaran una idea de lo que pasaba. Aunque claro, también estaban los valores y las posiciones de las mismas corporaciones, que dictaban el actuar de sus reporteros y redactores. Cuando había llegado a la ciudad ya tenía en la mira algunos periódicos de los que se escuchaban hablar en su lugar natal. Eran peces gordos, de años en el negocio y ella admiraba la forma en la que se habían colocado en el gusto de los habitantes y su visión y veracidad al informar. Había enviado papeles a tres, pero le interesaba más que nada en el mundo uno de ellos.

Gracias a la fuerza que a los pocos días la habían llamado del "Daily News Resistance" ya que tenían una vacante libre para una correctora de estilo. Rey se había dirigido a la entrevista y después de leer su currículum, hacerle preguntas y un examen de redacción y corrección, a la semana la llamaron para confirmarle que la habían seleccionado y debía presentarse a trabajar de inmediato.

Así la chica se había levantado muy de buenas ese día y muy temprano por los nervios y porque no quería llegar tarde de ninguna manera. Tomó una ducha y se decantó por ponerse unos pantalones rayados en blanco y negro, una blusa de gasa blanca, un saco negro y unas zapatillas bajitas de tiras para verse formal pero cómoda. Días antes cuando había ido a la entrevista había estado paseando en la ruta del metro así que ya se había aprendido el rumbo que debía tomar.

La chica tomó su abrigo negro de lana y su bolsa del perchero que estaba en su recibidor y salió del departamento. Bajó tres pisos y salió a la calle para encontrarse con una mañana algo fría. Se giró y cerró la puerta de madera del edificio con llave y caminó unas dos cuadras hasta el metro.

Divisó el cartel de la estación "Varykino" y las pequeñas escaleras que guiaban a la estación y las bajó. Pasó su tarjetita del metro en el sensor y pasó por el torniquete y se fue a esperar su transporte. No vio mucha gente, y eso la hizo sentir contenta. No le gustaba que el metro se atascara porque comenzaba a sentir que le faltaba el aire. Parecía que la mayoría en esa ciudad entraba más temprano de lo que le tocaba a ella.

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