Capitulo 5.-

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-¡Tú!- Me vociferó en un rincón apartado de otra estúpida fiesta.

-Ahora ¿Qué sucede?

Había concurrido a ese evento porque sabía que, efectivamente, Agatha iría. Apenas me había visto no había apartado sus ojos iracundos de mi y, cuando todos salieron a bailar otro vals, interceptó a una mujer que se me acercaba. Esa acción no había sido un acto inteligente: estaba hambriento y esa humana podría haber sido mi banquete.

-¿Que qué sucede? ¡¿Qué hacías en mi habitación la otra noche?!

-Oh ¿Amnesia?... te estaba invitando a ver la orquesta.

-Después de eso y no te hagas el idiota- Oh, oh, esa última palabra no me había gustado para nada... y se lo hice saber.

-No te confundas. Yo aquí no soy el idiota.

-¿Me estás diciendo idiota?

-No he dicho eso. ¿Me podrías hacer el favor de informarme por qué motivo estás enfadada?

-¡Tú! Estabas encima de mí y...y...

Dejó que el silencio se incorporara a la conversación, intentando que lo que pretendía decir se entendiese por sí solo. Y lo hacía, pero ¿Qué más podía hacer que agobiarla, como siempre?

-¿Y...?

-Y eso...

-¿No habrá sido un sueño?

-¿Crees que podría soñar contigo? Para soñar contigo el demonio me tendría que visitar; y además de ti ningún otro demonio ha aparecido.

-No necesito tu sarcasmo y lamento mucho informarte que por lo visto si lo has soñado... ¿Qué tanto estaba haciendo?

-Estabas besándome.

-¿Nada más?

-¡No me estabas besando en la boca!

-Oh- Ostenté una seductora sonrisa –¿En dónde?

Me hizo ver su resquemor y antes de irse hacia el exterior del salón, me dijo “Eres un cínico”

La seguí. ¿Para qué? Para tener la última palabra, a pesar de estar exasperado por no haber cenado todavía. Sí, era algo infantil, pero no había nada más divertido para hacer que irritarla.

-No escapes- La insulté; según su idiosincrasia eso no era nada halagador.

-¡No escapé! No pienso seguir una conversación irracional ¿Sí? Pones en práctica la frase “si no puedes convencerlos, confúndelos” y no me causa gracia.

La miré sin variar mi expresión de “¿y?” en silencio. Se estaba poniendo nerviosa porque no discutía como ella esperaba y no sabía cómo reaccionar ¿Creerme o no?

-¡Di algo, por Dios!

-Diga lo que te diga no me creerás. Entonces ¿Tiene sentido alguno ir en tu contra?

-Oh, entonces te debe encantar accionar sin sentido, porque siempre vas en mi contra.

Acorté el espacio entre nosotros hasta sólo quedar a unos centímetros. No retrocedió, si lo hacía perdería su credibilidad ante mí; pero eso no impidió que se mordiese el labio fuertemente ante la falta de poder: yo la miraba desde arriba, por ser más alto, y ella sólo podía levantar la cabeza para enfrentarme. Yo, un vampiro y ella, una simple humana. Le pisoteaba la arrogancia.

-¿Dónde?

Apretó la mandíbula y no bajó la mirada ni por un segundo, hasta podría decir que había dejado de parpadear.

-Eres ridículo- Ya he dicho que odio que me insulten, por lo que mi mano fue a su mentón, apretando fuertemente y elevando más su cara, si eso era posible.

-No, no lo soy.

-Lo eres.

-Agatha, cállate. No estoy de humor y no pienso dejar que me insultes.

-Oh ¿Y a qué se debe este estado de ánimo?

-No he cenado todavía.

La sentí tensarse bajo mi mano y musitar un inaudible “Oh”. Su susurro logró que me acercara a su garganta invadiéndola e intimidándola.

-¿Quieres que te coma?- La catatonia la asaltó. Mi lengua paseó por su carne y fue remplazada por mis colmillos... sin morderla, obviamente –Sería una experiencia interesante... ¿Gritarías o llorarías?

-Evitaría hacer algo que te hiciese feliz.

-Oh, qué despiadada.

Me alejé lo mínimo para no perturbar su espacio personal.

-¿Me pareció percibir una falta de seguridad sobre eso de que no te iba a matar?

-Te he dicho que lo cruel sería que me condenaras a la eternidad.

-No se deben decir las debilidades.

-Las debilidades se pueden convertir en fortalezas.

-Permíteme dudarlo.

-Si así lo deseas...

Se apoyó en la baranda que había detrás de ella y clavó su mirada en mí. Realmente no sabía si esperaba que hiciese, dijese algo o simplemente era atrevida y no bajaba la mirada, como debería hacer.

Repito: ella no podía ser inocente. La inocencia es igual a la ignorancia. Ella sabía muy bien las consecuencias que acarrearían sus actos y los realizaba igual. No entendía a quién quería desafiar.

Le mantuve la mirada. Apartarla sería perder lo que sea que pudiese perder; y yo no sería quien lo hiciese.

Se veía pálida a la luz de la luna, ostensiblemente indefensa, inerme, débil y vulnerable... no podía tener un aspecto más quimérico comparado con su personalidad. Abría la boca y ya te encontrabas con una persona arrogante, petulante y orgullosa de ser la discordia en lo que a mi respecta.

Maravilloso: si lo físico fuese una identidad, probablemente sufriría de doble personalidad. Gracias que no era así, no la necesitaba más demente de lo que ya era.

Sus facciones se contrajeron en un rictus amargo al desviar la atención a alguien que había interrumpido donde estábamos. No pude ver quién era, había desaparecido con la misma rapidez con la que había aparecido y tampoco me preocupe por ello.

-Creo que tendré que volver al infierno.

-Intenta no quemarte.

-Lo procuraré. Mientras tanto podrías resolver tu problema-Alcé las cejas sorprendido. Imprudente hasta la médula.

-¿Me estás incentivando a que mate a alguien?

-No hará falta que la mates ¿O sí?- Ella entendía que mataba sí o sí. Me estaba tendiendo una trampa de la que saldría limpiamente: verificar con una afirmación lo que sabía.

-Dúdalo si quieres.

-Soy afortunada entonces.

-Egoísta diría yo, Agatha.

Me sonrió e ingresó nuevamente al lío multitudinario.

-E insensible.

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