ÁNGEL (Park Jimin)

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Aquí Momota, su pendeja, por puro amor a los clichés.

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La vida da giros inesperados, si alguien me hubiese dicho cuando cumplí los 18 años que a los 20 conocería a un hombre al que solo podría calificar de idílico y que me casaría con él a los 24, habría respondido que eran puras patrañas, pero aquí estoy, después de tres años de matrimonio con ese mismo hombre; mi hombre, Park Jimin.

Claro que justo ahora estoy sola en casa, acostada en el sofá de la sala de estar viendo caricaturas de madrugada. Es la una de la mañana y yo no me he movido de aquí desde que salí de la ducha, lo que serian unas cuatro horas. Sí, cuatro.

Estoy aquí porque se me ha hecho costumbre, mi querido y precioso esposo lleva fuera de casa casi un mes, no por trabajo, ya quisiera yo, en realidad es porque su madre (la bruja) le pidió ir a cuidar de ella mientras se recuperaba de una cirugía de Dios sabe qué. Yo con gusto hubiera ido con él pero su madre y yo tenemos...una relación complicada, o bueno, no tanto, ella me odia y yo prefiero no estar en su presencia. Fin.

Estoy quedándome dormida cuando un ruido familiar me hace abrir los ojos, me alarmo un poco pero esa voz tan peculiar me devuelve la calma.

- Rayos...no quería hacer ruido. -musita entrando del todo a la casa.

Al instante se me quita el sueño y se dibuja una sonrisa en mi rostro.

Mi hombre está en casa.

Me levanto con cuidado del sofá y camino hacia la cocina, está ahí parado bebiendo agua, lleva puesta ropa casual y se ve tan perfecto como siempre. Uno nunca sabe cuánto ha extrañado a alguien hasta que lo ve después de un largo tiempo y el cuerpo entero le tiembla mientras el pecho le aprieta y la cara se le deforma en una mueca de felicidad estúpida.

Me acerco sigilosamente y lo envuelvo en mis brazos desde atrás, da un pequeño salto pero al instante se relaja, anido mi cabeza en medio de sus escápulas y la comodidad me lleva a pensar que de verdad debió ser un ángel alguna vez y que ahora mi frente reposa en medio de lo que alguna vez fueron sus alas.

- Estoy en casa, esposa. -dice besando una de mis manos.

Suspiro suave y me aprieto más a su cuerpo- Bienvenido, esposo.

Suavemente se zafa de mi agarre y voltea para volver a abrazarme, adoro cada centímetro de su cuerpo y atrapada en esta deliciosa bruma de calor, aspiro profundo el olor de su colonia que se mezcla con el del suavizante de ropa y el olor de su cuerpo, él me besa la frente.

Levanto la vista hacia su atractivo rostro y me encuentro con su bonita sonrisa, su diente desviado me causa ternura, pero sus labios, oh, por todos los infiernos, sus labios carnosos y colorados solo me llaman a besarlos y morderlos, a saborearlos. Oh, qué pensaría Dios de mí si supiera todo lo que le quiero hacer a su ángel.

Nos separamos despacio mientras nos sonreímos como tontos y nos sentamos, yo en la barra de la cocina donde solemos desayunar y él en una silla alta frente a mí (más bien entre mis piernas).

- Es muy tarde, creí que ya estarías durmiendo.

- Entonces conoce usted muy poco a su esposa, Sr. Park. -bromeo con tono refinado, él frunce un poco el ceño pero termina por reír- Es que me es difícil dormir cuando no estás. Te extrañé mucho, ¿sabes? Me hiciste mucha falta. -puchereo en forma de reclamo.

RELATOS ROJOS 《BTS ONE SHOTS》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora