Capitulo l: Nuevas amistades

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En una pequeña casa, sonidos de madera al amanecer comenzaron a escucharse, pronto, el crujir de una puerta de madera abierta por un joven, su rostro cubierto por la luz del sol, dejando mostrar sus rasgos delicados, una piel suave, blanca como la nieve, ojos color chocolate, su cabello castaño, lacio y sedoso, se trataba de un chico delgado y alto, cerca de 1.78 metros, vestía un short y playera negra, las bolsas debajo de sus ojos mostraban cansancio debido a no haber dormido mucho la noche pasada.

-Hijo, es hora de comer, baja a la cocina—Se escuchó la voz de un hombre, quien esperaba al chico en la cocina con el desayuno preparado.

Sin decir nada, aquel joven bajo las escaleras, su vista comenzaba a aclararse poco a poco y pudo observar al hombre que lo crío, un señor de edad avanzada, alrededor de 40-50 años, cabellera negra con varios mechones canosos, barba blanca, si piel era de color blanca y tenía un cuerpo atlético, mostrado debido a lo ajustada que se veía su camisa.

-Por fin estás aquí, te he dejado tu desayuno en la mesa, será mejor si te apresuras o llegarás tarde a tu primer día de escuela…Damián.

El chico ahora identificado como Damián tomo asiento frente a la mesa de madera, un plato con dos huevos estrellados, un pan tostado y algo de arroz posaba justo al frente suyo, acompañados de una taza de té verde.

-Gracias padre, también deberías darte prisa si no quieres llegar tarde a tu trabajo.

-Oh…vaya, ni me he dado cuenta de la hora —Exclamó mientras miro un reloj colgado en un pilar que sostenía la casa, el cual marcaba las 6:40 de la mañana.

Ambos comenzaron el desayuno sin intercambiar palabras o miradas, el hombre cansado de esto decidió conversar la charla.

-Sé que esto es difícil para ti, pero ya hace dos años que no sales de casa, te hará bien conocer nuevas personas, entablar amistades, después me lo vas a agradecer.

-Lo sé…pero esto no se siente bien, es…difícil sin ella.

El padre soltó un ligero suspiro y continuo hablando con una voz melancólica

-Ella está aquí con nosotros, jamás nos abandonará, ahora ve por tus cosas, te llevaré a la escuela antes de ir al trabajo.

-No, está bien, iré caminando, quiero conocer un poco mejor el lugar.
Esta fue la respuesta de Damián, a lo que su padre sonrió con algo de felicidad.

-Es bueno ver qué tomas iniciativa en esto, bien, entonces ve por tus cosas, es tarde si quieres ir caminando.

-Demonios, tienes razón, entonces será mejor que me vaya, te veré más tarde papá, suerte en el trabajo—Exclamó mientras tomaba su mochila del suelo y le daba un abrazo de despedida a su padre.

Camino hasta la salida, abrió la puerta de cristal y salió corriendo, dejando la puerta abierta, mientras su padre lo miraba y reía

-Este chico nunca va a cambiar jajaja

Después de decir esto miro la hora y casi escupe el café.

-Mierda, llegaré tarde al trabajo—Pensó mientras terminaba el pan en su mano, tomaba las llaves y salía corriendo, después de cerrar la puerta.

Mientras tanto, Damián iba caminando dirección a la escuela, nunca había salido para ver el camino, por lo que estaba algo perdido, saco su celular y entro a un mapa.

-Di no me equivoco debería dar la vuelta justo aquí

Sus pensamiento fueron interrumpidos cuando chocó con algo, el sonido de libros cayendo llamo su atención, frente a él se encontraba una hermosa chica, era tan hermosa que parecía imposible de creer, su cabello era ondulado, color negro carbón, tenía una piel tan blanca como la leche, sus manos parecían muy delicadas, sus labios tenían un tono entre rosado y violeta, su cuerpo era simplemente perfecto, el vestido que llevaba, ajustado a su sintiera lograba enmarcar la curva de su cadera, además de resaltar el pecho de una copa B. La única razón por la que no pudo observar sus ojos color ónix fue debido a que los tenía cerrados, una de sus manos posaba sobre su frente debido al dolor del golpe, mientras que la otra estaba en el piso, sosteniendo el peso de su cuerpo. Una vez Damián reaccionó del transe por la hermosa mujer, se levantó inmediatamente y extendió su mano para ayudar a la chica a levantarse. La chica al ver está acción tomo la mano de Damián, quien la levantó con facilidad, algo que la sorprendió un poco, pues se veía algo delgado para tener esa fuerza.

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