3. Cediendo

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Había luchado tanto por poder recuperar su vida normal, que seguir siendo el ladrón no entraba dentro de sus planes. Ser Kaito Kid había sido divertido y arriesgado, una experiencia con la que había aprendido mucho. Pero no quería sacrificar más. Esa había sido su resolución, sin embargo su convencimiento se desvanecía por momento.

«¿Y si no puedo?». Kaito nunca había presenciado tanta vulnerabilidad en su amiga.

Entre toda sus relaciones, su amistad con Aoko había sido la más afectada por su alter ego. Esperaba que, con la desaparición de Kid, su relación volviese estrecharse una vez más. Y, de repente, se encontraba en aquella situación. Kaito se había propuesto contárselo todo, «Aoko lo entenderá». Pero al ver el desconsuelo de la joven, ¿cómo iba a contarle que él, Kuroba Kaito, era Kaito Kid, el que la había abandonado a su suerte cuando le había pedido –suplicado– ayuda?

El ladrón suspiró.

–Aoko-chan, ¿baila?

La joven intentó decir algo pero acabó ahogándose con sus sollozos y el hipo. Kaito se arrodilló a su altura para abrazarla. Notó cómo el cuerpo de la joven se tensó durante unos segundos.

–Personalmente, seguir siendo Kaito Kid no figuraba en mis planes para el futuro. Pero supongo que podríamos hacer un trato, aunque ahora mismo no está en condiciones para negociar. Haremos lo siguiente: por ahora, le llevaré a casa y dentro de dos días le contactaré para que trataremos de llegar a un acuerdo. ¿Hecho?

Aoko asintió y dejó que el ladrón la llevase en sus brazos. En algún punto de camino a casa se quedó totalmente dormida.

El tratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora