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La resaca lo atacó al día siguiente, recordándole que no estaba tan joven como antes, maldijo tallándose los ojos pues la luz entraba muy fuerte, estaba por decirle a Dum-E que cerrara la ventana pero recordó que anoche no había llegado a su casa. Abrió ampliamente los ojos dándose cuenta que estaba en una sala desconocida, en un sofá desconocido.

Definitivamente no estaba en su departamento.

Volteo el cuello encontrando paredes tapizadas de un color cremoso, y a lado del sofá había una foto que llamó rápidamente su atención, en el marco estaba colgada una placa militar, M. Carter, tenía grabado más números que identificaban al soldado, en este caso, a la soldado, la mujer del retrato era bella, cabello recogido color chocolate, ojos profundos y marcados por unas pestañas rizadas, sus labios finos tenían apenas una sonrisa en ellos pero si te fijabas bien si lo parecía, sonreía, no parecía una fotografía formal, parecía que ella normalmente no era de fotografías y esta que se había dejado tomar reflejaba mucho de la persona.

Tony se preguntó ¿Por qué tendrían una foto de una mujer? ¿Sería hermana de alguno de ellos?

—Buenos días —Tony casi salta y se cae del sofá al escuchar una voz detrás de él, era Bucky que bajó de las escaleras en dirección a la cocina—¿Cómo va tu cabeza?

—Como el infierno —aseguró levantándose del sofá pero rápidamente enredándose en la sabana dándose cuenta que estaba en ropa interior y escuchó al soldado tratar de esconder su risa, lo volteó a ver después de darse cuenta de su ropa en el suelo—¿Cómo paso eso?

—Anoche no querías dormir, te subiste al sofá diciéndonos que nos darías un show que nunca olvidaríamos, después de quitarte el pantalón caíste roncando, sinceramente nunca lo voy a olvidar.

Tony se cubrió la cara muerto de vergüenza, mientras el otro se metió a la cocina, se dispuso a ponerse su ropa y escuchó unos pasos en las escaleras cuando otro hombre bajó a la sala.

—Hey gran show el de anoche —decía un rubio de buen humor, Tony se aventó boca abajo en el sofá llorando internamente por haber hecho el ridículo enfrente de aquellos dos adonis.

Después de un rato, James le llevó una taza de café a Tony con una aspirina, este le agradeció mucho mientras que Steve se fue a encargar del almuerzo. El castaño le dio otra mirada a la fotografía.

—¿Y porque sales sin identificación de tu casa? —preguntó Bucky

—¿Eras zurdo antes?, porque maldición, que mala suerte —preguntó alzando la vista de pronto el ingeniero, Buck frunció el ceño.

—¿Qué? —preguntó riendo el hombre a lo que Tony solo alzó los hombros.

La puerta de la cocina fue abierta interrumpiéndoles abruptamente, tres omelets calientes llegaban a la sala.

—No solemos usar el comedor —dijo Steve algo serio sentándose en uno de los sillones, mientras que los otros compartían el amplio sofá.

El almuerzo fue callado y tranquilo, después Tony se disculpó por todos los problemas que causo y por las molestias, ambos anfitriones le dijeron que no había ningún problema, que era bienvenido. Entonces él se despidió y se fue.

—Comentaste que era lindo —empezó Buck mientras llevaba los platos hacia la cocina, y Steve le seguía yendo por una botella de agua—Pero te guardaste el irresistiblemente guapo y con un trasero divino.

Rogers se carcajeo casi escupiendo el agua. Si, había hablado con su amigo de su practicante y sí, tal vez se le habían pasado aquellos adjetivos.

Almas rotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora