4. Robin olvidó el papeleo anoche.

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Han pasado unos días en donde Robin prácticamente no ha salido de las oficinas en Keystone, hablar casi diario con los chicos y sobre todo con Barry –porque algo en ella le decía que el chico no estaba cumpliendo su promesa de mantenerse fuera de problemas– eran lo único que lograban que no mandara a la mierda todo. Robin no era una mujer que le gustaba estar encerrada en la oficina, había mucho papeleo que hacer, muchas cosas que firmar, mucha gente que atender; estaba lejos de su taller y eso comenzaba afectar su paciencia y salud mental. Lo irónico de esto es que entre más lejos está de este, más ideas se le ocurren.

Para la una de la tarde Robin ya había creado cuatro nuevos inventos, lo malo, es que todos eran para Barry. 

Industrias Tess.—oyó decir a uno de los hombres, trayendo nuevamente su atención a los presentes— El nombre pega, ¿por qué eligió este?

— Me gusta el nombre.—contestó ella, sonriendo débilmente al pensamiento de su madre.

— Bueno, te gusta, nos gusta, al Consejo le gusta.—continuó el hombre— Lo difícil ha pasado, ahora lo que necesitamos es que des autorización de los planos.

La joven miró por la ventana en donde tenía una clara vista de Keystone, esa ciudad seguía creciendo y con la ayuda de ella podría convertirla en la ciudad más avanzada. El sueño ya estaba, el nombre, la empresa y la autorización. Lo único que faltaba es que Robin firmara los malditos documentos.

— Srta. Wells.—le llamaron, la joven alzó la vista— ¿Está todo en orden?

— Sí.—mintió, tomando rápidamente los planos de lo que sería la edificación de su empresa— Pero me gustaría revisar esto, ya sabe, darle unos pequeños toques míos.

— Claro... pero debo de decirle srta. Wells que el Consejo se está impacientando. Quieren una respuesta para mañana, de lo contrario, Industrias Tess permanecerá en una idea.—dijo uno de los abogados presentes.

— Dígale al Consejo que tendrán una respuesta al final del día.—suspiró, poniéndose finalmente de pie— Bueno, si no hay nada más que comentar, tengo que ir a revisar estos planos.

Con un leve asentimiento de los presentes, la joven salió de la oficina. Una vez fuera del edificio echó a correr a la calle, pero igual que en secundaria, sus pies no la llevaron tan lejos.

Robin no es ni siquiera buena caminando en tacones mucho menos corriendo.

— ¡Robin! ¡Espera!—la joven se giró, encontrándose con Andy, su abogado— ¿Por qué huyes?

— No estoy huyendo.—se defendió entre jadeos— Bueno... tal vez un poco.

— ¿Vas a firmar los papeles?

— No lo sé, Andy.—suspiró— Tener mi propia Industria... no sé si sea una buena idea.

— ¿Por qué? Tienes a todo el Consejo de tu lado, sin mencionar a toda la gente de Keystone que muere por ver Industrias Tess en la ciudad.—señaló él— Tienes el talento, el liderazgo, la inteligencia, Robin. Todo pinta a tu favor.

Sí, Robin no tenía la menor duda en sus habilidades de dirigir su propia empresa, pero aquel sueño se esfumó un mes atrás. Ahora su sueño ya no estaba en Keystone.

Antes de que la joven pudiera decir algo, su teléfono comenzó a sonar.

Iris y Caitlin eran los ojos y oídos con los que amenazó a Barry.

— Iris.—saludó la joven agradecida por la oportuna de la chica— ¿Cómo estás? ¿Todo bien?

Hola Robin.—dijo la otra— Yo estoy bien, pero no estoy segura de Barry. Tal vez no es nada, pero dijiste que te llamara si algo estaba... raro con él.

𝑤ℎ𝑎𝑡𝑒𝑣𝑒𝑟 𝑖𝑡 𝑡𝑎𝑘𝑒𝑠 | 𝘵𝘩𝘦 𝘧𝘭𝘢𝘴𝘩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora