9 - Su corazón 🌊

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𝓔se día, más que ningún otro, odiaba la mentalidad de mi padre

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𝓔se día, más que ningún otro, odiaba la mentalidad de mi padre. Sentada frente al escritorio de mi habitación, no hacía otra cosa que lanzar miradas esporádicas al vestido rojo que colgaba por fuera de mi ropero. Ojalá pudiera lucirlo con Simon a mi lado; ojalá no tuviese que verlo bailar con Alyssa durante toda la noche.

Intenté deshacerme de esos malos pensamientos, pero no pude. Cada palabra me martilleaba en el cerebro como un mazo, creando un eco continuo que reverberaba en mi cabeza y me producía una jaqueca insoportable. Un ruido desagradable que, irónicamente, solo pude atajar con más ruido. Después de todo, si David consiguió derribar a Goliath con una piedra, yo intentaría derrotar a mis demonios internos con música. Y no con cualquiera, sino con la que en esos momentos era mi canción favorita: Ocean eyes, de Billie Eilish. Su letra me recordaba a Simon, quien, por cierto, llevaba todo el día sin responder a mis llamadas ni a mis mensajes. ¿Qué demonios estaría haciendo y por qué no me contestaba?

Me froté los ojos, desganada, sin intención de seguir estudiando, y volví a mirar el precioso vestido que colgaba del armario. Aceptando que no lo llevaría de la mano de Simon, paseé la vista por el techo, el suelo, el resto de muebles y... la nota que descansaba sobre mi escritorio.

¡La nota!

La pesqué con rapidez, releyendo su contenido a la vez que lo tecleaba en el buscador web y accedía al primer resultado, el de la web corporativa de "Industrias farmacéuticas Galilei". En su descripción se referían a sí mismos como una industria farmacéutica cuyo objetivo era el de facilitar la vida a las personas. Aparte del teléfono de contacto y su dirección no había ninguna otra información, a menos, claro, que accediera con una cuenta personal. Por suerte, contaba con los datos de acceso de Simon, recogidos en la nota que había encontrado.

Sintiéndome como la mayor hacker cibernética del mundo, fui copiando letra a letra, símbolo a símbolo, cada carácter escrito en el papel, asegurándome de escribirlo bien. Mi entusiasmo era cada vez mayor pues creía que lo había conseguido, sin embargo, ese estado de euforia me duró más bien poco. Al parecer Simon había cambiado la contraseña que venía por defecto.

Lo intenté todo. Metí el nombre de sus padres, su fecha de nacimiento, incluso dejé que mi ego se inflara y probé datos relacionados conmigo, pero ningún intento fue fructífero. Estaba en la misma situación de la que había partido, salvo, eso sí, un leve detalle que había pasado por alto.

"Estimado visitante, por su propia seguridad hemos procedido a bloquear su cuenta y enviarle un aviso de intento de acceso a su correo electrónico. Si cree que ha sido un error, solicite el desbloqueo. En caso de estar en lo cierto, por favor, vuelva a cambiar su contraseña."

Ya podía irme despidiendo de mi cabellera. ¡Se me iba a caer el pelo en cuanto Simon descubriese que había intentado meterme en su cuenta!

Espera, calma, calma. Él no tenía por qué saber que era yo, con la cantidad de cerebritos cibernéticos que había en el mundo, podría ser cualquiera.

Anatomía del chico perfecto [GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora