26 - Su risa 🌊

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¿𝓠ué es el tiempo, si no una dimensión abstracta en la que se suceden una serie de acontecimientos?

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¿𝓠ué es el tiempo, si no una dimensión abstracta en la que se suceden una serie de acontecimientos?

Para mí, aquella palabra ya no significaba nada.

Horas, días, o semanas... ¿Qué más daba? Al final, y tras la ausencia de Simon, mi vida se reducía a ataques de ansiedad. Con prácticamente uno al día, aquella podía ser la nueva medida temporal, más apropiada que la de "horas" o "segundos".

En total, hacía ocho ataques de ansiedad que Simon había desaparecido.

La graduación se me antojaba lejana, como si fuese un simple recuerdo de algo que hubiese sucedido en una vida anterior. Mi cabeza había decidido obviar todo aquello que fuese prescindible, y en ese momento todo lo que no tuviese que ver con Simon lo era.

Llevaba varios días sin querer ver a nadie; encerrada entre las cuatro paredes de mi habitación, era como un ermitaño que se autocompadecía la mayor parte del tiempo, y que fraguaba un plan de búsqueda en el menor de los casos. Aquella mañana era una de esas ocasiones en las que me veía con las fuerzas suficientes como para salir de la cama y hacer algo por encontrar a Simon.

Algo más despierta que de costumbre y con el estómago rugiendo después dos días sin engullir nada, me sentaba frente a mi escritorio y buceaba en las profundidades de internet. Ya ni siquiera barajaba la idea de buscar su nombre, no después de varios intentos fallidos en los que ni siquiera su Instagram parecía existir.

Con la destreza propia de quien ha nacido en la era de la tecnología, tecleaba con rapidez en el buscador de mi ordenador portátil. Combinaba todo tipo de enunciados, "centro de salud de Mystic Hill", "centro de refugiados de Mystic Hill", hospitales, centros de recuperación... si podían albergar personas heridas, desorientadas o sin hogar, tenían cabida en mi búsqueda.

Media hora después de una intensa labor de investigación, recopilé en un listado la totalidad de teléfonos que había ido encontrando y uno a uno fui probando suerte.

—Buenos días, mi novio ha desaparecido y me preguntaba si sabían algo de él. —Al otro lado de la línea, una señora muy amable me pedía paciencia mientras el viejo cacharro que tenía por ordenador se dignaba a colaborar—. Sí, se llama Simon Cunningham... Eso es, con doble ene. —Siempre se repetía el mismo patrón. La persona a cargo de las labores administrativas aguardaba en silencio hasta que el sistema le arrojase un resultado y, mientras tanto, el rayo de esperanza que habitaba en mí se iba haciendo cada vez más grande, deseando escuchar una confirmación por su parte. Para mi desgracia, siempre recibía una negativa por respuesta—. De acuerdo, muchas gracias.

Reacia a aceptarlo, me quedaba anclada con el teléfono en la oreja hasta que el pitido final confirmaba que la llamada había terminado. Tenía la esperanza de que en el último momento me gritase que lo había encontrado, que por fin había indicios del paradero de Simon, pero mi optimismo solo conseguía hundirme más en el abismo.

Anatomía del chico perfecto [GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora