IV

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Louis estaba aturdido.

Sentado en su cama con un cubo mágico entre las manos temblorosas, cayó en la realidad. Estaba metido en un problema con los vampiros, y ni siquiera podía contárselo a Olivia o a Niall.

Se dio una ducha y el agua se tornó fría en cuestión de segundos. Sucedía siempre y lo odiaba, porque la presión en las tuberías de su casa era un asco. Salió del baño tiritando y lloriqueó cuando sus pies se enterraron en unos Legos regados por el suelo. La vida no estaba de su lado, y no podía esperar a cambiarse y marcharse al trabajo. Por lo menos estaría distraído, viendo a la gente pasar y hablando con su mejor amiga.

—¡Louis! —Su madre lo llamó desde la planta baja.

Respiró profundo y comenzó una cuenta regresiva en su mente.

—¡Ya voy, mamá!

Bajó corriendo las escaleras luego de vestirse. El cabello le caía en la frente y goteaba porque no se lo había secado bien, pero le restó importancia. Le llamó la atención el orden y el silencio que reinaba en la sala, cosa que jamás pasaba. Siempre habían niños llorando, programas de moda en la televisión y el ruido molesto de la secadora.

Se talló los ojos con el puño de la mano cuando su madre le sonrió. Un hombre alto la acompañaba, trajeado e impecable. Louis tuvo que pestañear y quitarse el flequillo de los ojos; se sintió intimidado por aquella presencia desconocida.

—Él es George.

El hombre le tendió la mano con una sonrisa engreída. A Louis se le revolvió ligeramente el estómago, y se aseguró de que su apretón fuera lo suficientemente fuerte.

—JayJay me habló mucho de ti, Louis.

¿JayJay?

—Mamá, debo ir al trabajo —Lo ignoró.

—Ve, pero procura volver temprano. George se quedará a cenar.

El tono que su madre empleó le obligó a no decir nada más. Después de todo, no le faltarían oportunidades para expresar su desagrado ante ese rostro con expresión fingida.

~

Suspiró, llevándose el dorso de la mano a la frente y limpiándose un poco de sudor. El mercadito estaba vacío a excepción de los empleados, y ya habían acabado con todas las tareas asignadas. Olivia lo miró con una ceja levantada.

—Mi mamá tiene un nuevo novio —soltó, preocupado. Sus mejillas se llenaron de aire que dejó salir de a poco, echando un vistazo por la ventana.

—No deberías preocuparte por eso. No puede ser tan malo —Olivia sabía por todo lo que su familia tuvo que pasar. Tal y como se suele decir, en ese pueblo tan chico el infierno era enorme. Todo el mundo sabía la razón de la ruptura de sus padres, y eso era algo que Louis simplemente no podía permitir que volviese a suceder.

—No sé —murmuró. Prefería dejar el tema allí.

Miró a ambos lados para asegurarse de no ser visto por Taylor y sacó un chupetín de cereza del exhibidor. El papel hizo un poco de ruido al ser abierto, y se lo llevó a la boca rápidamente. De soslayo visualizó a Liam parado contra una pared en la vereda de enfrente. Era discreto, pero lo vigilaba todo el tiempo. En su casa, en la escuela, en el trabajo. Louis contaba los minutos para que sucediera lo inevitable y Harry lo enviara a buscarlo.

Le aterraba Harry, su mirada hipnotizante y su imperceptible respiración. Su aliento frío en el cuello, su voz rasposa y tan lenta, como si tuviese todo el tiempo del mundo disponible para hablar.

Vitalidad » lsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora