XVI

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Harry abrió los ojos luego de mantenerlos cerrados durante un par de horas. Le dolían los labios después de estar mordiéndoselos por toda la noche, pero la calidez del cuerpo de Louis junto al suyo parecía apaciguarlo. Sonrió al observarlo dormir, se veía tranquilo con sus pestañas largas y su pequeña nariz. Tenía, incluso, unas pequeñas pecas que no hubieran sido visibles si no estuviera a tan pocos centímetros de distancia, desplegadas como estrellas alrededor de sus mejillas y el puente de su nariz.

No deseó despertarlo, y suspiró aliviado cuando pudo despegarse de él y reemplazar el peso de su cuerpo con una de sus almohadas sin que Louis lo notase. El pequeño se abrazó al reemplazo y Harry sonrió enternecido.

Buscó su teléfono olvidado en alguna parte, e intentó dar con el contacto de Lydia. Falló, naturalmente. De alguna forma, terminó tomando una foto de sus pies por error y abrió una publicidad que decía que se había ganado un coche nuevo. El teléfono acabó estrellado en el suelo del baño, colmando su paciencia. Se dio una ducha rápida y se vistió con una camisa negra y pantalones del mismo color.

Bajó las escaleras con rapidez, luego de asegurarse de que nadie rondara en los pasillos y las habitaciones adyacentes a la suya. Quería mantener la privacidad de lo que había sido la noche anterior intacta.

—Lydia —saludó cuando la encontró en la cocina, con una manzana roja entre sus dedos pálidos.

—Jefe, buenos días —respondió—. Zayn tiene noticias para usted, y me temo que son bastante preocupantes.

Tarareó en respuesta, dejando la conversación allí. Temía que sus sospechas fueran ciertas y anhelaba con todo su ser que las noticias de Zayn no fuesen lo que pensaba, pero ya habían pasado demasiado tiempo en Woodville. Agarró entre sus manos una vela apagada de un cajón del bajomesada y la encendió con la llama de la estufa. Necesitaba eso, y reunir a todos para idear una estrategia, solo para estar seguros.

Gimió cuando el fuego le quemó la palma de la mano y sonrió. Lydia lo miró con el ceño fruncido antes de restarle importancia y volver a morder su manzana, como si fuera algo cotidiano.

—Los quiero a todos reunidos al anochecer —dijo, su voz severa y con firmeza. Todo rastro de tranquilidad y gentileza se había quedado en la habitación, con Louis. En ese momento, predominaba el jefe que era, y que podría estar descuidando el bien de su manada.

Lydia asintió y se bajó un poco el vestido al caminar. El sonido de sus tacones se perdió segundos después de que su figura esbelta desapareciera por la puerta.

~

Louis despertó con una ligera puntada en sus partes bajas y el recuerdo inminente de la noche anterior. Harry no estaba, y en su lugar yacía una almohada que él no había dejado de abrazar. La habitación, sin embargo, permanecía impecable y viva, cosa que le sorprendió.

Tenía frío y Las mantas eran demasiado finas como para calentarle el cuerpo. Buscó a tientas su ropa en el suelo antes de recordar qué traía puesto. Su camiseta corta y delgada y sus shorts no iban a hacer ningún trabajo por abrigarlo.

Su celular estaba a punto de apagarse, pero no tenía llamadas perdidas. Eso era una buena señal. Estaba pensando en que quizás debería conseguir alguna excusa para desaparecer sin que nadie se interesara por buscarlo, al menos un par de días. Tal vez, podría inventar haber conocido a un apuesto y sofisticado chico de ciudad, que lo llevaría a pasear cada semana y lo invitaría a quedarse en su departamento durante la noche. Incluso podría pedírselo a Harry; llevarlo a cenar a su casa e inventar la historia perfecta para poder pasar más tiempo juntos, sin poner en riesgo a los vampiros.

El frío se escapó de su cuerpo al pensar en su familia conociendo a Harry, y fue reemplazado por un ardor invisible en sus mejillas.

Estaba a punto de colocarse la camiseta cuando la puerta se abrió. Harry, tan maravilloso como siempre y con una vela quemándole la mano, hizo acto de presencia.

Vitalidad » lsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora