Identikit

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Habitación número 14 al final del pasillo.

En algún punto de nuestras vidas nos sentimos abrumados por una emoción, por la explosión de sensaciones momentáneas. Al final del día solo podíamos concluir el impacto negativo o positivo que tenían sobre nosotros. Esa madrugada la positividad y sus derivados no cabían en la suerte de Dominic.

Le resulto difícil no irse hacia atrás del impacto. La puerta sostuvo el peso de su cuerpo e impidió que se desvaneciera.
Su padre estaba postrado en una camilla de segunda mano, cubierto de aparatos que calaban su cuerpo con el fin de alargarle la vida con un azar menguado.
Las enfermeras le dieron la oportunidad de hablar con él, recalcando que podría ser la última vez que lo haría. El estado del señor Howard dictaba que apenas podría pronunciar una oración sin un forzoso y adolorido pesar en su pecho.

Con el dedo indice su padre le ordenó débilmente que se acercara junto a su regazo. Dom obedeció sin vacilar y entonces el señor Howard se bajo cuidadosamente el nebulizador que cubría su boca.

—P-Papá —sollozaba Dom al mismo tiempo que le costaba sostener y acariciar la mano temblorosa de su padre—. Vas a salir de esta, y-y regresaremos, si, regresaremos juntos a Teignmouth, y-yo d-dejaré la fama y no me separare de tu lado ni un solo día —finalmente las lágrimas comenzaron a manar de sus ojos.

—Hijo, Hijo. Escuchame —esta vez él sostuvo la mano de su pupilo con las pocas fuerzas que le quedaban— dile a tu madre y a tu hermana que las amo, y.... no, jamás hubo algo más importante que ustedes.

—P-Papá, ¿q-que estás diciendo? Se los dirás tú mismo cuando salgamos de aquí —gimoteó.

—No hace falta que digas nada Dom —antes de seguir, tosió fuertemente e inspiró hondo con el nebulizador—, con la presentación de hoy me diste el regalo más grande que un padre puede recibir de un hijo. Podré irme en paz sabiendo que estás realizándote en este mundo.

Nada de la ultima oración que su padre acababa de soltar era verdad. Dom resintió el impacto como un limón superpuesto en una herida de muerte. Se estremeció y se mordió el labio inferior como un estímulo para no recaer en un llanto profundo que provocara unos minutos más dolorosos a su padre convaleciente

—Y-yo tengo algo que confesarte —musitó Dominic—. Un secreto que he callado por años. Papá, —inspiró y se secó las lagrimas con el antebrazo—   y-yo tuve una relación con alguien que tú conoces muy bien. Creo que es necesario que sepas...

La tos regresó como un enemigo al asecho. Pero esta vez fue diferente, la respiración del señor Howard se había bloqueado. Se estaba ahogando frente a los ojos de quien había engendrado. El ritmo cardíaco en el monitor emitió un pitido agudo. Marcaba niveles altísimos.

—¡VOY POR LA ENFERMERA! —Dom se alteró y se giró con la intención de correr a buscar ayuda, pero su padre lo detuvo con la poca fuerza que le quedaba.

—No... s-solo quiero que siempre tengas... presente que... Tu viejo siempre te...

Una lágrima resbaló por la mejilla del señor Bill y entonces dio su último aliento. De inmediato su ritmo cardiaco se corto. Los doctores entraron acarreados con los debidos equipamientos médicos para intentar lo posible. Dom sabía que no existía otra oportunidad para la persona que más amaba. Dom no pudo más. Se desplomó en el suelo.

Sus ojos se abrían ante la luz molesta encandilando sus pupilas.
Desconcertado miró a su alrededor para darse cuenta en el funesto escenario en el que estaba tendido; una habitación del hospital.
Termino de recorrer la mirada y se encontró a Lía sentada en una silla del otro lado de la habitación, su cabello lucia desordenado y la ropa que posteriormente la hacía inspirar aires ejecutivos, ahora jugaba un rol informal.

Map of the Collision |BELLDOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora