Cap.7.

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No llevaba mucho tiempo sentado en el sofá, cuando noto que la parte derecha de este se hunde ligeramente. Samantha se había sentado a mi lado.

- Esta bien.- dice mirando al frente.- Te diré lo que pienso.-una vez termina de hablar, me giro hacia ella para poder verla mejor

- Te escucho.- digo y le dejo paso para que pueda explicarse con tranquilidad.

Samantha suspira hondo y comienza su monólogo.

- Tengo miedo. No te voy a mentir; cuando venía hacia aquí, esperaba encontrarte devastado y desolado, triste. Pero no ha sido así. Me siento una egoísta diciéndote esto, yo esperaba que el mes que hemos estado separados te sentará igual de mal que a mi. Pero ahora parece que estás más feliz que nunca y eso me da miedo.- hago un amago de interrumpirla pero ella continua.

-        Sabía que me la jugaba al dejarte tras aquella puerta, pero no esperaba que lograras avanzar y superarme tan deprisa.- cuando ve mi cara de asombro ante sus palabras veo como comienza a indignarse.- No, Flavio. Entiéndeme. Llego aquí, después de un mes y lo primero que me encuentro es a ti, abrazado a una chica a la que no conozco aunque ella si que parece conocerme a mi.

No salía del asombro por sus palabras, realmente Samantha se pensaba que la había olvidado. Cuando en realidad me había pasado un mes hablando de ella con la misma chica que, según ella, le generaba dudas. Al final me tomo su silencio como un pase a la intervención.

-        No te he olvidado.- le digo.- No se porque piensas eso.- continuo acercándome más a ella para poder abrazarla.

-         Es lo que parece.- contesta y yo hundo mi cabeza un poco más en su cuello.

Samantha intenta ordenar sus pensamientos mientras Flavio solo se concentra en olerla. El chico y la chica iban siempre descompasados, uno más rápido u otro más lento. Pero sabían que cuando se dejaban llevar y se concentraban en el otro todo fluía al mismo ritmo. Como ahora, que sin saberlo, ambos habían tomado la misma decisión: dejarse llevar.

-         Tu también pareces feliz, tienes un trabajo genial y estás guapísima Samantha.- le digo a la vez que me separo para dedicarle una enorme sonrisa.

Ella me contesta con silencio e intuyo que son mis ojos los que le hablan cuando veo que se acerca y hace justo lo que quería que hiciera, besarme.

Llevaban exactamente un mes y una semana sin estar así de cerca, los dos pudieron volver a respirar después de aquello.

-        ¿Quieres tortitas para merendar?- le suelto separándome de repente, sin venir a cuento.

-        ¿Que obsesión tienes tu con las tortitas?- me pregunta alzando notoriamente una de sus cejas. Me encantaba esa cara.

-        ¿Y que problema tienes tu con las tortitas?- cuando veo que se ríe me quedo satisfecho y aclaro haciendo un puchero.- Es que es lo único que se cocinar y que este rico.

-         No tienes nada más en el frigorífico, ¿no?- mi cara ya le da la respuesta y se deja caer en el respaldo del sofá a modo de resignación.

-          Bueno pues venga levántate.- le digo ya de pie y tendiéndole mi mano derecha. Había decidido dejarme llevar y eso mismo estaba haciendo.

-         ¿Para qué? ¿Dónde vas?- me pregunta con una voz propia de una niña de cinco años sorprendida por mi repentino entusiasmo.

-          Vamos al supermercado, a hacer la compra.

Llevaban veinte minutos dando vueltas por los pasillos del supermercado sin mirar o coger realmente nada. No estaban pendientes de los productos colocados en las altas estanterías porque estaban demasiado ocupados haciendo el tonto. Por eso cuando pasaron por quinta vez por el mismo pasillo de los lácteos, Samantha sintió que ya había estado allí antes.

Canción Rota   //flamantha//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora