En la Tierra Media sucedieron diferentes cosas, además que las guerras y las fiestas, a veces no todo es alegría, pero tampoco tristeza. En este libro encontrarás diferentes one-shots, historias inconclusas y muchos relatos más.
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Era una mañana de verano en el Bosque Verde, habían pasado tan solo dos semanas desde la Guerra de la Última Alianza. Thranduil se encontraba en su habitación y no salía de ahí ni siquiera para comer, los elfos preocupados no sabían que hacer para que su nuevo Rey pudiese mejorar. Una tarde, uno de los elfos tocó la puerta y se dio con la sorpresa de que la puerta no estaba asegurada.
Lentamente y muy temeroso ingresó a la habitación, ahí se encontraba su Rey, mirando el atardecer. Thranduil no se inmutó por la presencia del elfo, estaba muy enfermo. El elfo temió que Thranduil muriese por la tristeza de haber perdido a su padre.
—Mi señor Thranduil... — El elfo aclaró su garganta, el Rey elfo elevó su cabeza, pero no hizo nada más. No emitió sonido alguno, ni una palabra siquiera. Lo único que hacía Thranduil era observar el atardecer, claramente se podía ver la expresión triste en su rostro—. Mi señor Thranduil, necesita que alguien lo revise, usted no se encuentra bien.
Thranduil dio un suspiro, se sentía muy débil, había perdido a sus padres y a su amada esposa, se sentía muy extraño. Cada día que despertaba, deseaba con todo su ser de que tan sólo fuese una pesadilla, que un día al abrir sus ojos estén todos ahí, al frente suyo. Su padre con sus típicos regaños sobre como ser un gran Rey; su madre, que aunque nunca la había conocido, la imaginaba muy hermosa, con una sonrisa única y especial. Y su amada, que cada día lo despertaba con un abrazo y un tierno beso.
Extrañaba todo eso, extrañaba a su familia y a su amada. Ya no tenía ganas de nada, había perdido el apetito, todos los días eran oscuros y fríos. No deseaba ver a Legolas, pues no quería que lo viera así de enfermo, se sentía culpable por no poder ser el padre que Legolas se merecía. Se odiaba a sí mismo, odiaba que no pudiese ser tan fuerte como su padre o tan valiente como su amada.
De repente, alguien le tocó su hombro y al darse la vuelta, el elfo seguía ahí, en su rostro se podía ver su preocupación. Thranduil miró su reflejo en un espejo, se encontraba con el mismo traje del funeral de su padre que estaba sucio y empolvado, su cabello se encontraba descuidado. Aunque se daba un baño todos los días él mismo, se ponía la misma ropa y ya no cepillaba su cabello. Sus ojos se encontraban ojerosos y cansados, su aspecto sí que era terrible, mas ya no le daba importancia.
—¿Cómo se encuentra Legolas?— preguntó débilmente al fin.
—El príncipe Legolas se encuentra muy preocupado por usted. Mi señor Thranduil, ya pasaron dos semanas y usted no ha probado bocado, se le ve muy delgado y demasiado agotado... — respondió el elfo con preocupación en su voz. Thranduil lo escuchó con la misma expresión de tristeza en su rostro. Hasta a veces su rostro era inexpresivo. El Rey elfo lo escuchaba todo en silencio, a lo lejos oíarisas de otros niños e incluso de otros elfos, por más que intentaba abrir la puerta de su habitación y salir, nunca lo lograba.
Thranduil se sentía derrotado por la oscuridad, a veces, ya no deseaba luchar más y ceder ante las sombras. Aunque en aquella batalla donde había perdido a su padre habían vencido a Sauron, Thranduil presentía que Sauron no había sido derrotado por completo que sólo se refugió hasta recuperar su poder.
—Adar (Padre)... — Thranduil logró escuchar la voz de su preciado hijo, pero decidió en no darse vuelta, aunque lo que más deseaba en ese momento era poder ver a Legolas y abrazarlo. Sin embargo, hizo como si no le hubiese escuchado—. Vine aquí porque deseaba verte, pero parece que es lo que menos quieres ahora... Sólo quiero decirte que te extraño mucho y no quiero perderte a ti también, quiero que volvamos a estar juntos como antes.
Thranduil deseaba con todas sus fuerzas decir que sí, pero no pudo hacer nada más que escuchar la puerta cerrarse detrás suyo. El elfo que se encontraba a su lado y escuchar las palabras de Legolas, se marchó sin decir nada.
—Espera... — dijo Thranduil antes de que el elfo saliera, el elfo se detuvo para escuchar a su Rey—. Quiero que refuercen las entradas y salidas, nadie ingresará a este lugar sin que yo lo sepa. Vete ahora.
Aquel tono tan frío de Thranduil hizo que el elfo desease marcharse lo más pronto posible y así fue como el Rey elfo fue temido y odiado por algunos, muchos dicen que su cambio fue debido a que se sumergió al placer del vino y lo fue olvidando todo, otros dicen que el dolor de la soledad hizo de que todos sus sentimientos se anulasen y que lo único que le importaba ahora era su orgullo. Aquel cambio tan radical de Thranduil siempre fue un misterio para todos los elfos.
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