—Ya voy mamá… —Murmure no me gustaba hablar con nadie soy la típica chica que va por la vida diciendo cortas palabras para que la gente no crea que soy molesta me gusta ser invisible.
— ¡Vete ya!
Salí corriendo de mi habitación y baje rápido las escaleras salí de la casa y me detuve en la puerta tratando de coger un poco de aire, desde hace unas semanas me cuesta un poco respirar pero por lo que veo tiene que ser algo normal. Mire el auto bus amarillo en la esquina y camine hasta el, me subí, como siempre me tocaba que sentarme hasta atrás porque los chicos “Populares” Siempre tenía que estar adelante y las personas como “Yo” tenían que estar siempre atrás. Me deje caer en el asiento y me puse a ver la ventana, parada tras parada hasta que ella abordo el auto bus, fije la mirada adelante sonriendo como idiota, era inevitable sonreír al ver a un ángel sin alas, me pregunto que pensara ella cuando se sube al auto bus y una chica de cabello verde y extraña la mira como si hubiese encontrado la felicidad en una persona. Con los ojos grandes y una sonrisa hermosa se dejó caer en el sillón que estaba delante del mío, Yannick susurre entre dientes y solo para mí, que bonito y extraño nombre. Me hundí más en mi lugar y me puse a jugar con los dedos sin poder sacar a tan bella chica; ojos redondos y de un tono café que quitan el sueño con solo verlos, su piel morena, y su cabello tenía una forma tan extraña pero, quien dijo que lo extraño no es precioso era delgada muy delgada.
>>— ¿Por qué sueñas despierta? — <<
Eche un suspiro ahogado y voltee la mirada donde estaba Deb. —Cállate. —Susurre.
>>—Tan bella chica, tan fina dama… ¿No crees? —<<
Me mordí los labios y baje la mirada, Deb tenía razón tan bella chica.
—Disculpa. —Murmuro la chica mientras se volteaba a verme, mi corazón de acelero más de lo normal ya que nunca me había hablado, ella me sonrío y yo me perdí en sus ojos mientras hablaba, no le puse mucha atención hasta que termino de esbozar palabras le dije.
— ¿Ah? — Con cara de imbécil.
Ella comenzó a reír un poco y apretó los dedos en el sillón. —Dije que si debajo de tu sillón no está un lápiz, es que se me cayó.
>>—Que idiota—<< Murmuro Deb mientras yo me agachaba y recogía el lápiz.
—¿Es este?
Ella asintió con la cabeza y yo le entregue el lápiz, también le daría más que eso. Si me hablara…
—Gracias… —Murmuro y se dio la vuelta volteándose de nuevo en el sillón. Debí haber dicho algo más pero no tuve el valor.
>>—Y… ¿así deseas besarla? Que pocas agallas—<<
—Tú qué sabes—Murmure sonriendo aun como imbécil.
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Me hundí en el escritorio intentado poner atención a la clase de matemáticas, pero no podía, a unos cuantos escritorios estaba ella sonriendo de oreja a oreja.
>>—Tal vez, se está riendo de la chica idiota que no escucha del asiento de atrás del auto bus—<<
Puse los ojos en blanco y eche un bufido — ¡Cállate! — Le grite Deb, mientras todo el salón me volteaba a ver extrañados que la chica callada, ahora hablara y hablara sola.
—Señorita Strauss, ¿Pasa algo? —Pregunto el profesor Joe mirándome extraño y molesto.
Las mejillas me ardían de la vergüenza, hasta ella me había volteado a ver mientras fruncía el ceño.
—No, señor…
—Si necesita salir y hablar con sus amigos imaginarios, la puerta esta total mente abierta.
Baje la mirada y alguien susurro.
—Loca…
Todo el salón comenzó a ahogarse de risa, baje más la cara ojala pudiera desaparecer por siempre del mundo, levante la mirada leve mente y mire a la chica que seguía mirándome como si yo fuera alguien de otro planeta.
—No volverá a pasar… —Dije entre dientes.
—Espero así sea, Señorita.
El profesor Joe siguió con su aburrida clase mientras todos seguían mirándome y murmurando entre ellos, siempre eh sido una chica rara y cayada, mi padre antes de abandonarnos me decía que mi imaginación era tan grande que podría crear mi mundo perfecto, ojala yo pudiera vivir en ese mundo.
>>—La chica rara, buen comienzo para empezar el día. ¿No crees Kasha? —<<
Esta vez sí ignore a Deb, aunque no fue por mucho tiempo.