Cap. 23: Lo que no se ve

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En este capítulo se ven los hechos que pasaron justo después del capítulo 21, así que si no recuerdas los sucesos de ahí, te recomiendo releerlo.

Lean el comentario final, gracias❤️

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-'𝐊𝐚𝐫𝐦𝐚'-

Mierda, se quedó dormida.

Me alejé del cuerpo inconsciente de mi amiga y la recosté en la cama.

No juegues así con mis sentimientos, tonta.

Me detuve un momento para analizarla. Se veía más tranquila; su rostro estaba relajado y sus mejillas aun más carmines de lo usual, sus labios delgados se encontraban entreabiertos y aún quedaba un ligero rastro de lágrimas por sus mofletes.

Corrí mi mirada, me sentía como un acosador.

Suspiré y me dirigí a la puerta de mi habitación para salir, no sin antes darle un último vistazo a la albina.

Cerré la puerta tras de mí y bajé las escaleras.

El hecho de hablar con ella sobre temas tan delicados ya no me sorprendía, pero el que ella vea tan lejanas las cosas que para la mayoría nos es tan normal como respirar me dejaba un mal sabor de boca.

Y no, eso último no era por que haya olvidado cepillarme los dientes.

Llegué hasta la sala de la casa, encontrándome con mis padres.

—¡Hijito! Tardaste mucho en bajar.

—¿Qué estabas haciendo con Hikari-chan~?

—Nada que les importe, viejos metiches.

—¡Karma, ¿qué pasa con ese carácter de mierda?!

—Se llama herencia familiar, se las presento.

Ambos se callaron por un momento.

—No puedo negar eso.

Los miré por unos instantes más antes de voltearme y dirigirme a la cocina. Tenía mucha sed.

Encendí la luz y tomé el primer vaso que encontré para después llenarlo de agua.

Apagué la luz y salí de ahí.

Mientras bebía volví a la sala, donde aún se encontraban mis padres.

—¿Qué hacen aquí todavía? Pensé que ya se habrían ido a su cuarto.

—Si, sobre eso... —comenzó mi madre, apartando la mirada y jugando con sus dedos índices— creo que tengo que disculparme, por accidente escuché parte de tu plática con Hikari-chan.

Me tensé.

Dejé mi vaso a medio beber sobre la mesa de café y dirigí mi mirada hacia mi progenitora—¿Qué tanto escuchaste? —pregunté mientras me sentaba en el sillón largo, que sería el lugar donde pasaría la noche.

𝐎𝐭𝐫𝐚 𝐯𝐞𝐳 | Akabane KarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora