5- "Ahora si, sos mi bebé"

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Roma

—La adopción se consuma— El golpe del martillo hizo que mis ojos se abrieron desmesuradamente.

Lo habíamos logrado, tres meses habían pasado, y al fin podía llamar a Román mi hijo, el abogado había planteado la necesidad de brindarle una familia unida, y el hecho que con Ron no estuviésemos casados era una traba, pero se habían movido los hilos y al fin, Román era mi bebé, estaba tan feliz, de tenerlo, a los dos, era un privilegio, me sentía honrada.

—Al fin somos una familia— exclamó Ron, abrazándome, se sentía muy bien, pero a la vez sabía que entre nosotros no podía haber nada.

—Somos tus papás Román—dije besando sus mejillas, él estaba en el suelo y fue a correr hacía los padres de Ron.

—Lo somos—Dijo Ron.

—Sé que esta no es una decisión que se toma a la ligera y depositaste mucha confianza en mí, y te lo quiero agradecer Ron— suspiré— Yo te quiero, los quiero ustedes son mi vida— y de inmediato lo abracé.

—Nosotros también te queremos Romita, sos de nuestra familia y eso no va a cambiar, sos la madre de mi hijo— sonrió— por más loco que suene.

—La verdad que sí, pero no me arrepiento Ron, no me arrepiento de ir como una loca ese día, de mi pierna rota, no me arrepiento de nada, porque conocerlos fue lo mejor que me pasó en mi vida, los amo— dije abrazándolo.

—Yo tampoco me puedo arrepentir Romita— me besó la frente.

A pesar que los procesos de adopción son muy duraderos, este no lo fue, Ron era su padre y yo su madre, si, un poco loco, pero Román no tenía familiares directos, nosotros éramos su familia.

Yo continuaba estando en mi departamento, y Ron, vivía aún con sus padres, ellos le ayudaban con Román los días que a mi me tocaba fisioterapia, y estudiar. La realidad era que nos ayudaban bastante, y eso nos hacía felices, ambos podíamos continuar gracias a su apoyo.

Si vamos al campo afectuoso, en estos tres meses me había dado cuenta que por más que intentaba alejarme de Ron, no podía hacerlo, el cariño era muy fuerte. Él ya no salía con sus "amigas" se había vuelto más familiero, incluso más de lo que ya era, compartimos momentos juntos, éramos muy buenos amigos.

Román estaba cada vez más grande, comía solo, era un niño muy feliz, amaba reír, había pasado un año desde que mi vida cambió. Mi fisioterapia había hecho efecto, ya no utilizaba muletas, pero al momento de caminar cojeaba, no se notaba mucho, pero yo lo hacía, después de todo, era mi pierna.

Ron quería mudarse más cerca de mi departamento para poder estar más cerca y Román nos tuviera más cerca, la zona era muy buena, incluso en el edificio donde me encontraba había departamentos sin ocupar, eso sería genial, porque estaríamos juntos todo el tiempo, pero era algo que él debía pensarlo en frío, evaluar los pros y contras de esa decisión.

Mi teléfono comenzó a sonar, miré la pantalla y era mamá, le atendí de inmediato.

—Hola mamá, ¿cómo estás?— pregunté.

—Muy bien hija, con papá queríamos decirte que estamos muy orgullosos del paso que diste, no cualquier persona aceptaria, lo que vos hiciste— algunas lágrimas comenzaron a asomarse, pero las detuve.

—Gracias má, sos muy importante, y ellos lo son en mi vida, ahora que los tengo, no me imagino un día sin las ocurrencias de Ron y los besos de Román— suspiré —¿Estoy jodida no?

—¡Roma!— exclamó mamá —No digas groserías — rodeé los ojos, no era una grosería, pero mamá era así.

—Bueno, pero respondeme ¿estoy o no?

RománDonde viven las historias. Descúbrelo ahora