Apoyado en la muralla podía ver como el resto de la ciudad bailaba al son de la música. Las antorchas y hogueras iluminaban la noche mas corta del año. Vio como Darla bailaba con Cai, cosa que le hizo mirar hacia otro lado. Al fondo, el viejo Herald bebía cerveza con una niña de no más de 14 años en su regazo. Se le veía lascivo mientras tragaba y buscaba con su mano izquierda el tacto de la piel de la muchacha.
Miró al cielo oscuro del anochecer sin poder ver ni una estrella por el brillo de las antorchas, inundado por el abrumador olor de la madera ardiendo. Gritos de celebración y gozo a su alrededor le producían la sensación de malestar. Volvió a mirar a Darla y pudo ver el perfil de su cuerpo en la noche besando y abrazando al cabrón que había hecho que mataran a su padre. Ese cerdo se inventó la treta del robo de tierras. Se acerco al portón y vio a los guardias bebiendo sin prestar atención así que pudo bloquear la puerta sin problemas. Cogió la antorcha y el candil de aceite y después de verterlo sobre si mismo arranco a correr hacia el viejo. Salto sobre el verdugo apuñalando su cuello. La niña salio corriendo empapada en sangre mientras el se levantaba de nuevo. Reino el silencio en la noche y de nuevo corrió. Corrió hacia la hoguera, se prendió a si mismo y sin dejar de correr se abalanzó sobre Darla.
– Ahora eres mia.
Los dos prendieron en llamas mientras todos los miraban atónitos. Él siempre habia deseado poseerla y ahora se la llevaba para siempre. Y abrazándola y ardiendo y con el olor a carne quemada miró de nuevo al cielo, a la noche, y ahora sí, la noche se tornó oscura

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relatos cortos
Diversoshistorias cortas, sueltas, para practicar escritura y pasar el rato