Nunca habia visto una cantidad tan ingente de oro. Avanzó unos pasos deleitándose con la dorada visión de los pasillos cubiertos de brillantes lingotes. Mike le dió un empujón que la sacó de su ensueño.
– vamos Lia, no tenemos tiempo que perder!
Cogió su maleta y se puso en marcha. Avanzo al principio de la larga fila derecha de estantes repletos de lingotes y comenzó a cargarlos. Eran pesados y fríos al tacto. Le produjo una sensación de satisfacción haber llegado hasta aquí. Quizás morirían esta misma mañana, pero habrían demostrado que se podía luchar contra el opresor Skrup.Mike dejó su bolsa con los explosivos en medio de la sala, pulso el activador y ambos se miraron cuando escucharon el pitido que puso en marcha el temporizador. Se aparto y siguió ayudándola a cargar los lingotes en la maleta. Cuando la llenaron completamente ambos tiraron de ella con todas sus fuerzas hasta salir de la cámara acorazada.
Siguieron avanzando por el pasillo esquivando los cuerpos de los rectores que yacían muertos y desangrándose. Lia pudo calcular que había pasado un minuto desde que activaron el artefacto. Las puertas del elevador se abrieron al tocar la pantalla del pulsador. Se adentraron y Mike apretó el botón del ático. Sintió el nerviosismo que invadía su cuerpo al escuchar la música en el elevador.
– jamás pensé que un asalto a la Casa inquisidora acabase con música en un ascensor - dijo Mike.
Lo miro sonriendo y le cogió la mano. Estaban juntos en esto, el nunca le habia fallado y le había empujado a dejar su vida miserable atras para darle un motivo de lucha. El pitido que indicó la llegada al ático la aparto de sus pensamientos. Debía concentrarse para acabar su misión. Arrastraron la maleta hasta el mismo balcón por el que habían entrado minutos antes. Piso sin darse cuenta un río de sangre que salía del guardia al que habían apuñalado al entrar.
Llegaron al balcon y Mike busco en su mochila el segundo explosivo. Mientras él preparaba el explosivo Lia cogió la daga de su cinto y al escuchar el pitido de activación del dispositivo se lo clavó a Mike en el cuello. Lo hizo de espaldas y sin mirarle a los ojos. Vió como la sangre humedecia el cuchillo y pudo escuchar cómo Mike luchaba por respirar apretándose la garganta hasta que caio muerto a sus pies. Lo sabía, era un acto cobarde, pero ella no quería inmolarse cómo él tenía previsto. Salto al vacío y tiro de la anilla del paracaídas. A su espalda escucho el ruido de las explosiones. Misión cumplida. Habían dado al pueblo un motivo para luchar. El gobierno también sangra pensó al tirar de la anilla. Se desplegó el enorme paracaídas y sólo durante un breve instante pudo ver escrito en el reverso de la tela el mensaje "te espero" escrito en pintura de spray al lado de los cortes en la tela. Vio caer pedazos de oro e impactar contra el suelo. Sintió rabia por ver que Mike había vuelto a saber cómo actuaría. Cerro los ojos y se dejó llevar por la brisa
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relatos cortos
Rastgelehistorias cortas, sueltas, para practicar escritura y pasar el rato